Hasta el miércoles en la tarde, Mariano Rivera, por su propia admisión, guardaba la esperanza de que ocurriera un milagro mediante el cual los Yankees clasificaran para la postemporada.
Pero Nueva York quedó eliminado esa misma noche desde el momento en que los Indios superaron a los Medias Blancas, marcando apenas la segunda vez que el club queda fuera de la fiesta de octubre desde que el cerrador panameño hizo su debut de Grandes Ligas en 1995.
Al líder en salvamentos de por vida con 652 le hubiese gustado que su última campaña terminara como la mayoría de sus temporadas como ligamayorista – en los playoffs – pero el istmeño asegura que el resultado no empaña en nada su año de despedida.
«Yo dije en mi corazón que iba a disfrutar esta temporada, no importa lo que fuese», dijo Rivera en una rueda de prensa con los medios de habla hispana en el Yankee Stadium. «Ha sido de esa manera. Le doy gracias a Dios por este tiempo. La temporada ha sido difícil, pero la he disfrutado».
Rivera fue homenajeado en cada estadio contrario que visitó esta temporada. Dichas ceremonias hablaron del profesionalismo de un pelotero que supo ganarse el respeto no sólo de sus compañeros de equipo y su fanaticada local, sino también de los muchos contrincantes cuyas aspiraciones frustró con su devastadora recta cortada. Entre los regalos que recibió hubo varias donaciones monetarias para su fundación benéfica, bicicletas para él, su esposa y sus tres hijos y una escultura de arena.
«Estoy contento porque he dado lo mejor de mi persona; porque he recibido mucho apoyo, mucho aprecio, mucho amor. Eso es lo que un atleta quiere, especialmente en el año de su retiro», manifestó Rivera.
A pesar de que esta temporada no estuvo a la altura del estándar de los Bombarderos del Bronx y que el roster de Nueva York se vio diezmado por las lesiones, Rivera le ve un futuro prometedor a los Yankees.
Nathalie Alonso ///// lasmayores.com