La situación de deterioro de las refinerías nacionales sigue siendo crítica y esto se traduce en una disminución en la capacidad de manufacturar productos y en la rentabilidad de las refinerías, alerta el ingeniero, Javier Larrañaga, integrante de la Comisión de Petróleo y Gas de la Unidad Técnica de la Unidad.
“Tanto Amuay como Cardón continúan por debajo de sus niveles de procesamiento, y la refinería de El Palito fue parada en la primera semana de septiembre en su unidad de Craqueo Catalítico, supuestamente por una parada programada, pero esa es una situación ya conocida: son paradas forzadas por el deterioro de las instalaciones”, observa Larrañaga.
Lo que está en evidencia, observa Larrañaga, es que hay un deterioro en la cultura de seguridad de las refinerías, que se traduce en una mayor accidentalidad, y hay un deterioro en el mantenimiento y en la manera de operar las refinerías que conducen a un número de fallas o paradas no programadas y en la extensión de esas paradas. Hay más mantenimiento correctivo que preventivo.
El experto petrolero, uno de los integrantes del equipo que elaboró el informe del Centro de Orientación en Energía (CONOER) sobre el incendio de la refinería de Amuay del pasado 25 de agosto de 2012, subraya que el evidente el deterioro en la seguridad y en la confiabilidad operacional que se traduce en una disminución en la capacidad de manufacturar productos y en la rentabilidad de las refinerías.
Respecto en la merma de la capacidad de manufacturación, el Departamento de Energía de PDVSA ha venido señalando una constante en la importación desde Estados Unidos de rubros como componentes para la elaboración de gasolina, aditivos, lubricantes y naftas especiales. Por su lado, el informe mensual del Departamento de Energía de Estados Unidos indica que el volumen de importación de combustibles por parte de Petróleos de Venezuela alcanzó en junio 110mil barriles por día, mientras que el promedio de compras a ese país durante el primer semestre alcanzó los 93.100 barriles diarios. Adicionalmente, las mismas estadísticas estadounidenses muestran que por primera vez PDVSA ha importado elevados volúmenes de fuel oil al requerir compras hasta por 41mil barriles al día.
Larrañaga insiste en que la serie de accidentes ocurridos en las refinerías venezolanas no han sido fortuitos y que esa tendencia creciente de paradas no programadas, la extensión de paradas programadas en las refinerías y el recurrente aumento de la accidentalidad en todas las instalaciones industriales de PDVSA son consecuencia directa del despedido en el año 2003 más de 20 mil trabajadores. A partir de esa fecha se produjo una desprofesionalización de los cuadros gerenciales y técnicos de la empresa. Otra de las causas es haber convertido a PDVSA en un brazo ejecutor de múltiples actividades ajenas al negocio petrolero.
Para Larrañaga, superar la crisis requiere retomar el modelo de una empresa eficiente, productiva y orientada a la mejora continua de su gestión, concentrada en el negocio de los hidrocarburos, que fue la razón de ser y caracterizó a Petróleos de Venezuela, S.A. en sus primeros veinticinco años.
Finalmente, al comentar la reciente decisión del gobierno brasilero de separar a Venezuela del proyecto de la refinería de Pernambuco, Larrañaga indicó: “El Estado venezolano no tiene plata y han salido a ofrecer villas y castillos. Chávez llegó a ofrecer hasta 35 refinerías. Pero además no tiene capacidad de gerencia ni capacidad de proyectos. Se comprometen a dar unos montos que no tienen. La refinería de Pernambuco va por 7 mil millones de dólares, y Venezuela se había comprometido a dar el 60 %, que son 4 mil millones de dólares. ¿De dónde los va a sacar?”