Pese a la crisis económica, la escasez, la inseguridad y el enfrentamiento político, el concurso de Miss Venezuela continúa año tras año imponiéndose contra viento y marea para seguir juntando frente al televisor a millones de venezolanos orgullosos de la fama mundial de la belleza de sus mujeres.
Desde su creación en 1952, del certamen venezolano han salido las ganadoras de seis Miss Universo, seis Miss Mundo, seis Miss Internacional y una Miss Tierra, victorias que en cierta medida puedan explicar el fanatismo con el que los venezolanos siguen el concurso y que puede extrañar a un recién llegado al país.
Ni las escasez de productos básicos, una inflación que sobrepasa el 38 %, la confrontación política, la inseguridad y el panorama político apenas seis meses después de la muerte del presidente Hugo Chávez han podido mellar la fascinación que generaciones de venezolanos sienten por la elección de la más bella del país.
El certamen de belleza es de las pocas cosas que comienzan puntualmente en Venezuela, esta semana lo hizo coincidiendo, además, en la programación con un acto del presidente, Nicolás Maduro, que en esta ocasión no se atrevió a solicitar una cadena obligatoria de radio y televisión que hubiese cortado la transmisión del certamen.
La corona de 2013 fue para Migbelis Castellanos, con 18 años la más joven de las 26 participantes, que defendía la banda de «Costa Oriental», estado que no existe pero que en la realidad representa a la parte oriental del Lago de Maracaibo, en el oeste del país.
«Me tocó rudo tener 18 años y pensar como una mujer de 25 para poder ganar la corona, pero sí, así lo decidí y así lo voy a mantener», declaró la flamante nueva reina de la belleza venezolana en una rueda de prensa el día siguiente de su victoria, al compartir sus primeras reflexiones.
Natural de Cabimas, localidad eminentemente petrolera del oeste del país, esta estudiante de Comunicación Social y Periodismo se llevó el cetro que le permitirá representar a Venezuela en el Miss Universo 2014, en un certamen que se fue hasta las cuatro horas de duración.
«Ahora me van a ver en las pantallas porque me quedo en el mundo de la farándula», dijo, consciente de que su futuro ha cambiado para siempre.
La noche del concurso personalidades de la farándula nacional e invitados especiales como el escritor venezolano Boris Izaguirre, se unen a deportistas y músicos salseros y reguetoneros para distraer a los venezolanos de los problemas cotidianos.
Este año además, el evento aumentó su presencia en la vida cotidiana del país, ya que la hermética «Quinta Miss Venezuela», donde se preparan las candidatas durante semanas para el concurso, abrió sus puertas al reality «Todo por la Corona» en el que se pudo ver lo que hasta este año estuvo prohibido: las intimidades.
Entrenamientos físicos, alimentación, clases de oratoria se asomaron todas las semanas durante 15 capítulos y donde los espectadores ya pudieron comenzar a hacer sus apuestas sobre las favoritas.
Para la más bella de Venezuela este programa cambió «totalmente» el concurso ya que, defendió: «Nosotras también somos chamas (mujeres) que lloramos, reímos y también nos gustas los dulces.»
Y lo que comían las 26 candidatas que resultaron de la selección de las mujeres a lo largo y ancho del país es precisamente lo que más ha preocupado durante semanas al presidente del concurso, Osmel Sousa, todo un personaje en Venezuela, donde se le conoce como el «Zar de la Belleza».
«Lo más difícil es estar pendiente de ellas. De que se mantengan bien físicamente porque como son muchachas jóvenes a veces se salen de la dieta», dijo a Efe Sousa.
El profesor de oratoria de las misses, José Rafael Briceño, admite que no es fácil explicar la importancia del concurso para los venezolanos y entender que se trata de mucho más que un montón de chicas en bikini.
«Puede que al mundo le cueste mucho trabajo entender que esto no tiene que ver con colocar a la mujer como un objeto, no, esto tiene que ver con una celebración de la belleza femenina, que es algo que ha estado en nuestras vidas desde que se hizo la venus (…) de Milo», dijo a Efe Briceño.
«Cada país tiene su idiosincracia», puntualizó.
EFE