Con un discurso confrontador y adepto al telegobierno, Nicolás Maduro cumple seis meses en la presidencia venezolana, aún sin un estilo propio de gobierno pero con una gestión menos personalista que su antecesor Hugo Chávez, estimaron analistas.
«Maduro sigue atado al estilo de Chávez porque el proyecto chavista requiere acentuar el culto a su líder principal para fortalecer la unidad y atenuar las diferencias del movimiento», señaló el analista político Manuel Sierra a la AFP.
Desde que asumió el poder el 19 de abril tras unas elecciones anticipadas por la muerte de Chávez el 5 de marzo, este excanciller (2006-2012) confronta con dureza a la oposición, acusándola de conspiraciones y planes de magnicidio.
«¡Parásito gobernador de Miranda!», espetó esta semana Maduro, acusando de una «guerra económica» contra el país al líder opositor Henrique Capriles, su rival en los comicios de abril y a quien Chávez tildó de «cochino».
«Todos los días nosotros trabajamos y trabajamos y todos los días esta burguesía parasitaria conspira y conspira. ¿Es que no tengo derecho a gobernar en tranquilidad?», expresó recientemente el mandatario.
Revolucionario y antiimperialista»
«Con el lenguaje radical, revolucionario y antiimperialista, el presidente busca la retórica de Chávez porque su personalidad no es carismática. Lo hace para mantener la comunicación con los sectores más duros del chavismo», añade Sierra.
El tono encendido de Maduro, exdiputado y exsindicalista del metro de Caracas, también pasó al ámbito diplomático. En seis meses arremetió varias veces contra Estados Unidos, como hizo Chávez, para quien atacar al «imperialismo estadounidense» fue una constante en sus 14 años de gestión (1999-2013).
En el episodio más reciente de esta confrontación, Maduro expulsó de Venezuela el 30 de septiembre a tres diplomáticos estadounidenses por supuestas conspiraciones a través de reuniones con la oposición. «¡Yankee go home!», les gritó.
Los analistas coinciden en que el gobernante usa el «guión cubano» de denunciar sabotajes y magnicidios para distraer o trasladar a otros la responsabilidad por los problemas del país, como la crítica situación económica o la inseguridad, heredadas del gobierno de Chávez.
Maduro, el telepresidente
Continuando la poderosa estrategia mediática que usó Chávez para meterse en el hogar de los venezolanos, Maduro encabeza varios actos oficiales a la semana transmitidos por la televisión oficial (VTV) o en cadena obligatoria por todos los medios de comunicación para difundir su gestión.
Aunque esta estrategia es muy criticada por la oposición y sectores de la prensa, para el politólogo Nicmer Evans responde a que «el control de algunos medios sigue estando en manos de sectores opositores o que no difunden los elementos que el gobierno considera estratégicos».
«Chávez descubrió el enorme poder de la televisión para apuntalar liderazgos y Maduro lo tiene claro», señala Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual y dos veces candidato presidencial.
Pero las apariciones de Maduro en los medios también revelan sus constantes lapsus lingüísticos, como cuando confundió en una frase «penes» por «peces», pronuncia mal ciertas palabras o se cayó de una bicicleta durante un acto, errores que el presidente siempre trató de responder con humor.
«Trata de hacer la misma falta adrede para simular que se equivoca y ganar simpatías, pero eso evidencia que no hay un estadista con un discurso fluido», opina Gabriel Reyes, experto en comunicación política. Pese a los desaciertos y a la inexperiencia para gobernar, «es un error subestimar la capacidad política de Maduro. No lo sacaron de la nada, sino que tiene un recorrido como activista político», recuerda Sierra.
«Gobierno colectivo»
Su liderazgo incipiente y poco carisma -atributo que garantizó a Chávez victorias electorales- obliga a Maduro a «cogobernar con figuras del chavismo como el jefe del Parlamento, Diosdado Cabello, o el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, para garantizar la unidad ante un cuadro complicado de la economía, con una inflación récord y escasez de productos», explica Sierra.
«El gobierno colectivo, de consultas, es la manera como Maduro puede gobernar, lo que no requería Chávez porque su voz era inapelable entre sus partidarios», indica este escritor de varios libros sobre la realidad política venezolana.
Para Evans «el estilo de Maduro requiere un reforzamiento y legitimación de otros factores del chavismo, pero él decide con quien compartir la toma de decisiones en su gobierno».
El presidente se diferencia de su mentor además por poner problemas como la corrupción, la situación económica y la inseguridad en el centro de su discurso, temas que Chávez rara vez mencionaba.
Así, el presidente se ha volcado a un «gobierno de calle» para encarar la difícil situación en el país luego de que en abril fue electo con 900.000 votos menos que los que obtuvo Chávez en octubre de 2012 y de cara a las elecciones municipales del 8 de diciembre.
«Nadie nace presidente ni nadie nace aprendido, pero Maduro está avanzando», concluye Evans.
AFP