Revisión de tarjetas de crédito, verificación de pasajes comprados, control de huellas dactilares… los pasajeros venezolanos que quieren salir del país ya han comenzado a experimentar las medidas del Gobierno para cortar las alas a quienes buscan viajar con el único objetivo de conseguir dólares baratos.
Desde hace unos días el viajero venezolano que sale por el aeropuerto de Maiquietía, que sirve a Caracas, tiene que añadir varias paradas más a los habituales controles de seguridad que conlleva abandonar el país.
Una de ellas es la revisión, si así lo requiere el personal de seguridad, de la cartera del pasajero, para descubrir si éste viaja con alguna tarjeta de crédito de la que no sea titular y que podría utilizar para conseguir unos dólares que no le corresponderían.
Otro de los controles a los que se tiene que someter el pasajero venezolano es el cotejo del pasaje que compró y lleva en mano, para lo que la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) está instalando unidades de control en los diferentes aeropuertos internacionales del país.
De esta manera se busca que el viajero no cambie de destino por uno más cercano, para el que se le habrían otorgado menos dólares y además exija a la aerolínea que le reintegre ese billete, algo que ha generado quejas por parte de las operadoras.
«Se realizan de forma aleatoria y se estarán efectuando también en los diferentes aeropuertos internacionales del país (…) sin afectar los otros puntos de control», declaró esta semana a periodistas el gerente de Seguridad de Cadivi, Rafael Marfisi, en un operativo en el aeropuerto Maiquetía de Caracas.
Estos controles se han convertido en la respuesta del Gobierno para poner punto final al pingüe negocio que ha surgido en torno a la adquisición de dólares del Estado fingiendo viajes que nunca se realizan.
En Venezuela rige un control de cambio que restringe el acceso a las divisas en general y los dólares en particular a los mecanismos del Estado, que los vende a 6,3 bolívares, frente al valor ocho veces superior que puede alcanzar en el mercado ilegal.
Uno de los mecanismos para obtener las divisas del Estado es a través de los viajes al exterior, lo que ha degenerado en fraudes como viajes fingidos, que además están haciendo poco menos que imposible viajar al exterior por el aumento de los precios de los pasajes y la compra de todo cuanto sirva para volar.
La situación es tal que la selección juvenil venezolana de Atletismo no podrá participar en la 40 edición del Suramericano de la categoría en Argentina debido a que no pudo encontrar billetes.
Como siempre hay división de opiniones sobre la respuesta adoptada por el Gobierno.
«Lo que no está normal es lo que están buscando. Porque lo que están buscando no es ni explosivos, ni estupefacientes, lo que están buscando es tarjetas de crédito», señaló a Efe el presidente de Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), Roberto León Parilli.
Otros no lo ven tan mal.
«Rápido, muy amables y no tardaron ni dos minutos en chequear», relató a Efe Walden Derivas, que pasó por uno de estos controles antes de partir con su familia camino de Costa Rica.
Derivas se mostró de acuerdo con la revisión para que, dijo, «no se desvirtúe lo que uno va a hacer (…) para el tema de los dólares, para que sea el uso correcto».
A la presión local del «turismo cambiario», como se denomina a quienes buscan salir para obtener divisas, hay que añadir además las compras de boletos por parte de extranjeros que utilizan Venezuela como base hacia otros destinos.
«Hay un fenómeno de viajeros que vienen del extranjero, cambian dólares en el paralelo y compran otros boletos. Le estamos subsidiando a personas que no viven en Venezuela», señaló en una entrevista en Venevisión el presidente del instituto de control de precios (Indepabis), Eduardo Samán.
Otra de las maneras en las que el Gobierno tratará de frenar este problema es a través de la implantación en diciembre de las máquinas captahuellas digitales en las que todo pasajero venezolano tendrá que poner sus manos para de esta forma activar su tarjeta de crédito antes de abandonar el país.
EFE