Durante la inauguración de la XXIII Cumbre Iberoamericana se planteó la necesidad de seguir avanzando en los procesos de integración, de los retos que tiene por delante la comunidad iberoamericana
Los primeros compases de la XXIII Cumbre Iberoamericana dejaron claro uno de los mensajes de los líderes de esta comunidad que se han dado cita en Panamá: nadie quiere que el abandono por parte de Enrique Iglesias de la Secretaría General Iberoamericana impida a esta comunidad aprovechar su experiencia.
Así lo hicieron patente en la ceremonia de inauguración de la cumbre quienes tomaron la palabra, tanto el presidente panameño, Ricardo Martinelli, como el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Incluso el Rey Juan Carlos, ausente de Panamá debido a su convalecencia por una operación de cadera pero presente mediante una grabación en vídeo, quiso trasladar su deseo de que el adiós de Iglesias no suponga el cese de su colaboración en la toma de decisiones para un mejor futuro de Iberoamérica.
El himno de Panamá, un vídeo sobre este país y otros veintidós breves montajes sobre cada una de las naciones que conforman la comunidad iberoamericana abrieron la inauguración de una cumbre con muchas ausencias de líderes.
No hubo referencias a ellas en el acto de apertura salvo al hecho de que el Rey no acudiera por vez primera a una cumbre de España, América Latina y Portugal, y a la confianza en que el monarca esté presente en la que se celebrará el año próximo en la ciudad mexicana de Veracruz.
También hubo alusión del presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, a la ausencia de la jefa de Estado argentina, Cristina Fernández, también convaleciente de una reciente intervención quirúrgica.
Sí se habló, y mucho, de la necesidad de seguir avanzando en los procesos de integración, de los retos que tiene por delante la comunidad iberoamericana o de las relaciones en las que aún tiene mucho camino por recorrer.
Por ejemplo, las existentes entre Iberoamérica y Asia y, en particular las de la comunidad iberoamericana con Japón, presente en la inauguración de la cumbre invitado por vez primera a un evento de estas características.
Entre los invitados se sentó también el Príncipe de Asturias, quien, ante la ausencia del rey Juan Carlos, ha participado estos días en una serie de eventos organizados de forma paralela a la cumbre.
Él fue el encargado de, horas antes y en nombre de la comunidad iberoamericana, entregar a Iglesias un premio en reconocimiento de la labor que en breve va a dejar de desempeñar.
A ella se refirió igualmente el presidente panameño en la ceremonia de apertura de la cita de los jefes de Estado y de Gobierno garantizando que a Iglesias no le van a dejar solo y va a continuar en el «convoy» iberoamericano.
El agasajado repartió agradecimientos pero no quiso hacer excesivos comentarios sobre su marcha. Tal vez tuviera en cuenta las recomendaciones que, entre bromas, aseguró que le había hecho su cardiólogo: no demasiadas emociones.
Música y bailes tradicionales de Panamá envolvieron una breve representación sobre el escenario en torno a la historia de este país.