Hay más competitividad, pero faltó consistencia para llegar al Mundial
La profusión de comentarios y análisis sobre la actuación venezolana en la eliminatoria suramericana para Brasil 2014 es reflejo del interés despertado por la Vinotinto en la última década, a partir del “boom” que representó la incursión de Richard Páez como técnico.
Especialistas, aficionados -y uno que otro corsario- han terciado en el asunto, que va desde el comienzo del ciclo de César Farías y su evaluación, hasta la continuidad o defenestración del estratega. Aprovechado además por un sector para recordarle a Rafael Esquivel, el presidente de la Federación, que “ya está bueno”.
Ahora recordamos que, cuando su presentación como nuevo DT, Farías hizo un extenso recuento de su programa. Hizo énfasis en un trabajo distinto para las categorías menores, que se ha cumplido en buena parte y -aunque susceptible de mejoras- es uno de los avales de su gestión.
Pero, remitidos estrictamente a lo sucedido con la selección que cerró empatando con Paraguay, vale reconocer como un acierto la incorporación de nuevos jugadores. Sin entrar a consideraciones individuales -que faltó aquel o sobró este-, está a la vista el resultado: se demostró que hay talento formándose en el país, al punto de ampliarse el marco de escogencia. Y que, si se insiste más en la etapa de fundamentación -para que la llegada al nivel máximo no requiera tiempo en detalles elementales, sino en “pulitura”-, la evolución del equipo nacional será más rápida y sobre bases más firmes.
Ahora bien, la gran discusión está en relación con el manejo de los partidos. Muchos coinciden en que el punto de inflexión estuvo en la derrota ante Uruguay, un partido en el cual -por cierto- se concedió un gol como sucedió ante Paraguay, con practicamente una sola y costosa falla defensiva. Aunque aquí pensamos que en 90 minutos no se pierde por una jugada en particular, por costosa que sea.
Hay, desde luego, otros detalles importantes, como el revés ante Chile en Puerto La Cruz y, en particular, la reducida cosecha como local, “lujo” que ninguna selección puede darse. Esa falta de contundencia en casa, y la sequía ofensiva (cómo lograr el cupo con menos de un gol por partido), determinaron en los números que la asistencia al mundial siga siendo materia pendiente.
En lo personal, ambas cosas fueron consecuencia de eso que llaman “falta de oficio” -que a otras selecciones suramericanas les sobra y la transmite el historial competitivo- y de un desarrollo equivocado. Que podría decirse planteamiento, aunque no estamos en capacidad de afirmar que las cosas se hicieran con rigurosidad táctica en relación a lo puesto en la pizarra.
Como resultado de lo anterior, la Vinotinto no llegó a consolidar una forma de juego. Ello referido a que en muchas ocasiones se excedió en el pelotazo (desde el arco no pareció recurso, sino sistema), con precauciones defensivas extremas y falta de fluidez para pasar al ataque, en particular para tener la pelota e imponer una forma de llegar a la posibilidad del gol. Dos partidos de tinte ofensivo, los que más gustaron, y un último, el de Paraguay, en el cual durante el primer tiempo se tuvo el balón pero los jugadores lucieron confundidos, sin hallar la forma de aprovecharlo.
Es de reconocer que hubo progreso en el estudio del rival, en el trabajo de preparación de los partidos, pero no se encararon -en general- con la consistencia necesaria en el desarrollo de las acciones. Y, como consecuencia, no se logró el objetivo de la clasificación. Y ello, se supone, pesa para cualquier decisión.
El balance es que, aunque se está más cerca, todavía falta equipo consistente y ofensivo para ir al mundial. Aunque se ha evolucionado, se ha ido mejorando y muchos partidos se plantean en igualdad de condiciones. Es allí donde debe centrarse la atención, para seguir trabajando, evaluando y corrigiendo. Esto, hay que apuntarlo es contradictorio con desperdiciar las posibilidades de dos fechas el mes próximo y cerrar la actividad competitiva hasta el año que viene, cuando precisamente hay abundante material para trabajar.
La otra parte es el continuo choque de Farías con algunos medios, a lo cual -por cierto- no le hizo favor alguno la intemperancia de Lino Alonso en una oportunidad para el olvido. Es un detalle que altera las cosas, especialmente cuando desde la Federación se alienta la continuidad del técnico. Que por eso mismo será, a fin de cuentas, quien determinará al respecto. Seguramente estará analizándolo, sopesando aciertos y errores, calculando la conveniencia de dar un paso al costado o -con la experiencia adquirida-, enfrentar una nueva etapa. Sin que sea desdeñable la idea de otros sobre cambio de timón.
Queda, sí, un cabo suelto y difícil de alcanzar: conocer con propiedad la opinión de los jugadores sobre el proceso, habida cuenta de que, si bien se escuchan algunos ruidos, la solidaridad y otras razones personales impidan exponerlas.
83% no quiere a Farías
Amplia mayoria, tanto como el 83%, de una consulta a la cual respondieron más de 2.000 televidentes, se pronunció por la salida de César Farías como Seleccionador de Venezuela.
En el programa Fútbol Total, que transmite DirecTV, varios especialistas analizaron la actuación del técnico oriental al frente de la Vinotinto -mucha gente hablando al mismo tiempo impidió conocer con propiedad sus opiniones- se hizo la consulta mencionada. El resultado, 83-17%, reflejó el descontento de muchos luego de la eliminación del equipo en la eliminatoria para el mundial de fútbol Brasil 2014.
Armando Naranjo
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