Algunas personas han comenzado a comparar la adicción por la comida con la adicción por las drogas, y luego utilizan este término para hablar de comer en exceso y como explicación clínica para la epidemia de obesidad que afecta a millones de personas.
El uso de la expresión «adicción a la comida» es un paso hacia la idea de que esta problemática es una cuestión médica y eso implica que un comportamiento normal del ser humano se convierte en algo patológico.
Según eso, determinadas formas de comer se convertirían en una enfermedad, lo que no es muy saludable y tiene enormes implicaciones en la manera en que la gente concibe su propio accionar y su vida.
El concepto de adicción a la comida se origina de una combinación de información experimental, observaciones anecdóticas, afirmaciones científicas, opiniones personales, deducciones y creencias.
Es una total simplificación de un complejo conjunto de comportamientos.
Dulce dilema
La evidencia actual no define las características precisas de los alimentos involucrados o del ambiente donde se produce su consumo, que se encuentran detrás del asumido riesgo a esta adicción.
Esto es un contraste con la adicción a las drogas, donde una molécula es identificada y su efecto farmacológico en el cerebro es descrito.
Estudios en animales han mostrado cambios específicos en el cerebro en aquellos que reciben una dieta rica en azúcares, y el escáner del cerebro humano muestra la activación de sistemas de recompensa en la misma parte de nuestro cerebro cuando se ingieren dulces.
Por eso no es sorprendente que los centros de recompensa sean activados cuando consumismos comidas dulces, ya que sabemos que estos en el cerebro estos circuitos se establecieron con la evolución como sistemas de señalización para controlar nuestro apetito.
Muchos estímulos influyen en esas áreas del cerebro y, además, existe una estímulo intrínseco a consumir comidas ricas en carbohidratos para satisfacer una necesidad básica de nuestro metabolismo.
La dulzura es una señal clave para dichos alimentos pero la ciencia no ha evaluado esto de forma exhaustiva y hace falta mucha más investigación para poder decir que esa comida es adictiva.
Atracones
Considerar la adicción a la comida como la única causa que subyace el desarrollo de la obesidad, a pesar de la existencia de otras numerosas y muy posibles explicaciones, no aporta ninguna ayuda, especialmente para aquellos que intentan vivir una vida más sana.
Me preocupa que mucha gente puede aferrarse a este concepto de adicción a la comida como una excusa para explicar su hábito de comer en exceso, la premisa de que «no es mi culpa» y, por lo tanto, «no puedo evitarlo».
Esto saca de la ecuación la responsabilidad personal que deberían sentir y la que debe hacerlos actuar, y pueden interpretar que su forma de alimentarse es una clase de enfermedad.
La adicción a la comida puede ofrecer una excelente explicación para algunas personas pero el concepto puede afectar seriamente la capacidad personal de los individuos de controlarse.
El desorden alimenticio de darse atracones de comida sí existe, pero es una condición clínica muy particular que afecta a menos del 3% de las personas obesas.
Un comportamiento adictivo hacia la comida podría ser un componente más de este severo y compulsivo desorden por atrancón, pero no explicaría la inmensa cantidad de obesos que tenemos ahora entre la población.
Este desorden no es una causa fundamental de la obesidad, por lo que no es una gran preocupación en un contexto de salud pública de masas.
Lo que necesitamos es analizar con calma y compostura el significado real de las palabras «adicción a la comida», así la gente puede hacer deducciones informadas sobre las causas de su comportamiento.
BBC Mundo