Turquía ha inaugurado hoy el Marmaray bajo el Bósforo, el primer túnel ferroviario que conecta dos continentes, Europa y Asia, en una ceremonia que coincidió con el 90 aniversario de la República turca.
El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente, Abdullah Gül, cortaron la cinta roja de la estación en el lado asiático, en el barrio de Üsküdar, junto al jefe del Gobierno de Japón, Shinzo Abe, el de Rumanía, Victor Ponta, y el presidente de Somalia, Hassan Cheij Mahmud.
La ministra española de Fomento, Ana Pastor, estuvo también en la inauguración, invitada por su homólogo turco, Binali Yildirim, con motivo de la importante participación de empresas españolas en la ejecución del proyecto.
Un consorcio formado por las compañías OHL y Dimetronic es responsable de las infraestructuras ferroviarias, señalización y seguridad de todo el trazado de la nueva ruta, que comunica la periferia oriental de Estambul, en el lado asiático, con la occidental, en Europa.
«No es sólo un proyecto de Estambul: es un proyecto de la humanidad», manifestó Erdogan durante la inauguración, al señalar que esta unión de dos continentes aspira también a acercar a las naciones e impulsar la paz.
Recordó que la idea de un túnel ferroviario bajo el Bósforo se planteó por primera vez en 1860, durante el imperio otomano, pero sólo ha sido realizada 150 años más tarde, a tiempo para coincidir con el 90 aniversario de la república turca.
El Marmaray conecta no sólo las redes de cercanías de las dos partes de la ciudad, sino que también servirá, a partir de 2015, para unir las líneas de alta velocidad de Europa y Asia.
«Un día tal vez podamos viajar en tren desde Tokio a Pekín y… hasta Üsküdar», soñó Erdogan en voz alta, en su discurso.
Tras cortar la cinta, las autoridades de honor bajaron a la estación y realizaron el primer viaje desde esta parada hasta la de Yenikapi en el lado europeo.
A partir de este miércoles, informaron los empleados de la red ferroviaria, el trayecto estará abierto al público y será gratis durante los primeros 15 días.
El tramo inaugurado hoy tiene una longitud de 13,6 kilómetros, con 1,4 kilómetros bajo suelo marino, a 60 metros bajo la superficie del mar.
Los trenes de cercanías tienen capacidad para transportar todos los días hasta un millón de pasajeros, lo que se espera que descongestionará el ahora siempre denso tráfico de Estambul.
Las obras han recibido críticas en los últimos días por inaugurarse antes de contar con todos los sistemas de seguridad, según aseguraron algunos ingenieros a la prensa turca.
Pero responsables de la empresa OHL indicaron a Efe hoy que el único sistema que no está instalado aún, el ERTMS, no hace falta todavía porque no se ha conectado este tramo a las vías de alta velocidad.
Destacaron que el túnel contará con todos los certificados para formar parte de la red europea de alta velocidad, además de estar diseñado para resistir incluso a fuertes terremotos.
La obra está pensada para tener una vida útil de un siglo, aseguraron las fuentes de OHL.
La inauguración del Marmaray es para Erdogan una oportunidad de mostrar cómo su partido, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), ha modernizado Turquía en apenas once años en el poder.
Mientras las autoridades inauguraban el nuevo túnel, la policía utilizaba gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar una manifestación que se dirigía a la céntrica plaza de Taksim para protestar contra el Gobierno de Erdogan.
Los antidisturbios dispersaron varios grupos de cientos de manifestantes que trataban de entrar en la plaza, convertida en símbolo de las manifestaciones antigubernamentales del pasado junio, mientras coreaban: «Somos soldados de Mustafa Kemal», en referencia a Atatürk, el fundador de la Turquía laica moderna.
Según los medios turcos, la actuación policial se saldó con dos detenidos y varios heridos.
EFE