Bernie Pleskoff
mlb.com
Pocos peloteros gozan de un éxito constante como el del jardinero de San Luis Carlos Beltrán. De hecho, es difícil comprender en dónde estarían los Cardenales sin el bate del puertorriqueño en el lineup.
En mi opinión, Beltrán es un miembro del Salón de la Fama en proceso.
Con un promedio de bateo de .283 en 16 años de carrera, con 2,064 juegos y 8,949 turnos en la caja de bateo, Beltrán ha sido un modelo de consistencia a la ofensiva.
El bateador ambidiestro de 36 años de edad ha jugado para cinco equipos en Grandes Ligas. Los Reales de Kansas seleccionaron al boricua en la segunda ronda del draft de 1995.
Cuando tenía 21 años, Beltrán hizo su debut en Ligas Mayores con los Reales tras ser integrado al roster en septiembre de 1998.
Ahora, 15 años después de haber visto por primera vez el pitcheo de Grandes Ligas, Beltrán culminó la campaña regular con promedio de .296 para los campeones de la Liga Nacional Cardenales.
Beltrán es un bateador que se crece ante los retos que se le presentan en octubre. En las 10 series de postemporada en las que ha visto acción, el boricua batea para .335. Ha conectado 16 jonrones y producido 39 carreras en 215 oportunidades.
Le he visto batear a Beltrán en numerosas ocasiones. Existe un par de tendencias básicas en su manera de batear.
Para ser un bateador de poder, Beltrán hace muy buen contacto con la bola. La pasada campaña se ponchó apenas 90 veces en 600 turnos.
En general, Beltrán tuvo un mejor promedio de bateo (.301) en contra de abridores derechos que contra zurdos (.282.) Ambos son demasiado buenos.
Por el lado derecho, Beltrán batea mejor la curva que el slider. Tiene la capacidad de conectar las curvas que se quedan colgadas hacia todas las partes del terreno, pero el quiebre repentino de los sliders y rectas cortadas le trae problemas.