Es evidente que ni las promesas ni las excusas sustituyen los alimentos y las dietas. Kofi Annan, director general de la ONU, en 2002, declaró a los Estados y Gobiernos del mundo que, “El hambre perpetúa la pobreza al impedir que las personas desarrollen sus potencialidades y contribuyan al progreso de sus sociedades”.
HERNÁN PAPATERRA
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La Seguridad Alimentaria (S.A.) es un derecho humano. En la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, durante la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, se estableció que S.A. es «el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre.»
Según el Instituto de Nutrición para Centroamérica y Panamá (INCAP), la Seguridad Alimentaria Nutricional «es un estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso físico, económico y social a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad, para su adecuado consumo y utilización biológica, garantizándoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo”.
El Gobierno y que socialista pretende que los medios de comunicación no informen ni opinen acerca de la inocultable escasez y desabastecimiento de bienes y servicios que agobia a la población venezolana, privada en creciente medida de la provisión de alimentos, artículos de higiene, medicamentes, vehículos y tantos otros rubros de los que antes nunca se vio impedida la ciudadanía.
Pero la realidad es inocultable. No hay disponibilidad de alimentos y otros rubros en los anaqueles de comercios e industrias. Está limitado el acceso a los alimentos dada la escasez de los productos. La población no consume lo necesario a causa del precario poder adquisitivo del bolívar fuerte. Las familias y sus integrantes hacen un uso biológico inadecuado de los alimentos por carecer de hábitos de alimentación y nutrición.
El Gobierno, aunque pretexte no ser responsable del mal y del daño que a diario ocasiona, niega por vía de hecho que las personas urgen y requieren tener acceso físico y económico, en todo momento, a los alimentos en cantidad y de calidad adecuadas para llevar una vida saludable y activa.
Su irresponsabilidad y negligencia todavía es mayor, pese a su proselitismo y propaganda profusa, por cuanto ni siquiera implementa la vigilancia de malnutrición y subalimentación, y tampoco se avoca a la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional en las familias integrantes de hogares pobres. Razón por la cual contribuye muy poco a garantizar a los venezolanos un estado de bienestar general que ayude al logro del desarrollo humano deseable de los venezolanos.
Si la inseguridad alimentaria y nutricional depende de la escasez y del desabastecimiento de alimentos, las cuales son sólo imputables a quien dispone a su real saber y entender de las divisas y los presupuestos públicos del país, el Gobierno, entonces andamos en un mal camino que seguro nos lleva a ser un país signado por: a) la malnutrición, b) la desnutrición, c) el hambre y d) la pobreza extrema. Un país con semejantes indicadores sociales difícilmente es una patria.