El abogado Henrique Capriles, un político que a sus 40 años ya ha sido presidente de la Cámara de Diputados, alcalde y gobernador, se ha convertido en el referente de unidad de la oposición venezolana y el candidato que desafía la «hegemonía» que desde hace catorce años mantiene el presidente, Hugo Chávez.
De discurso conciliador y moderado, Capriles se alzó con una cómoda victoria sobre sus rivales en las elecciones primarias y desde hace tres meses ha caminado pueblo por pueblo por Venezuela para convencer a sus compatriotas de que la propuesta que encabeza abre un camino de reconciliación y desarrollo para el país.
No tiene problema en reconocer la necesidad de mantener los programas sociales de Chávez, además de subrayar la necesidad de ir al grano, asegurando que él, a diferencia del presidente venezolano, no va a estar hablando durante horas en la televisión.
«Tengo en mi responsabilidad o en mis manos el realmente darle un cambio histórico a nuestro país», declaró recientemente en una entrevista a Efe Capriles.
Pese a su juventud, cuenta con un grueso currículum. Ha sido gobernador de Miranda, estado que abarca parte de Caracas y uno de los más importantes del país, tras vencer en las urnas a Diosdado Cabello, uno de los delfines de Chávez y actual presidente de la Asamblea Nacional. Fue dos veces alcalde del municipio caraqueño de Baruta y hace 14 años se convirtió en el presidente más joven de la desaparecida Cámara de Diputados.
Sus detractores le acusan de «inacción» durante el ataque que sufrió la embajada de Cuba en Venezuela por parte de radicales antichavistas durante el golpe de Estado que sacó a Chávez del poder dos días en abril de 2002.
El entonces embajador cubano en Venezuela, Germán Sánchez, aseguró que Capriles, que en esa época era alcalde de la zona donde se encuentra la sede diplomática, no intentó evitar las agresiones y destrozos, que alcanzaron a automóviles e incluyeron el corte de electricidad y el agua de la legación.
Aquellas acusaciones terminaron con su encarcelamiento 119 días y su caso llegó hasta el final de la vía judicial, donde fue exonerado de culpa. Ha recorrido cerca de 300 pueblos con un discurso en el que no ha escatimado en críticas al Gobierno por la de inseguridad, la falta de productividad en el país, los problemas de educación y la corrupción. EFE