José Dionisio Solórzano
Una estación de bomberos de la Berlín de 1933 recibió la alarma de incendió en el Reichstag (parlamento alemán) a las 9:45 horas de la noche de aquel 27 de febrero, interesante fecha para la analogía, rápidamente los efectivos se movilización y encontraron aquel lugar envuelto en las llamas, ellos también hallaron a un albañil holandés, Van der Lubbe, en el sitio, rápidamente las autoridades lo acusaron de ser el perpetrador del hecho.
Los líderes del Gobierno germano en aquellos días, Adolf Hitler y Hermann Göering, fueron muy ágiles para acusar al albañil de comunistas y muy sagaces para acusar a todos los comunistas como parte de un plan desestabilizador para acatar a la ya “deprimida” democracia alemana.
A raíz de ese incidente Hitler, a la sazón canciller del Reich alemán, expresó que:
“Hemos sido atacados. Hoy uno de nuestros monumentos nacionales, uno de los íconos de nuestro sistema ha sido acuchillado por la espalda, debemos tomar medidas al respecto”, fueron algunas de sus expresiones propias de un orador capaz de encender pasiones entre propios y extraños.
El gobierno Nazi logró, con la valiosa ayuda del episodio, obtener de los representantes parlamentarios una Ley Habilitante con la cual emprendió los rápidos cambios legales para dar paso a la dictadura nacionalista y xenófoba.
¿Qué tiene este hecho histórico de interesante o particular para ser recordado en este momento que vive Venezuela?, simple apreciado lector el Gobierno de Nicolás Maduro emplea un procedimiento muy similar, que aquel que le permitió al líder germano posicionarse como amo y señor de aquel país.
Para decisiones excepcionales se deben vivir épocas excepcionales, y si estas no llegan entonces debes crearlas. Una elemental suma de hechos.
El régimen de Nicolás Maduro, en medio de una terrible realidad social, económica y política, necesita instaurar un sistema de opresión ya sin el respaldo de la base popular que tuvo su antecesor Hugo Chávez, porque él no la posee, sin embargo le urge edificar otros pilares para sostenerse en las mieles del poder.
Maduro le resta protagonismo y confianza al pueblo, sabe más que nadie que está próxima su derrota electoral en la contienda local a celebrarse el próximo 8 de diciembre, por eso busca un momento excepcional en medio del cual pueda suspender las elecciones locales, justificar su Ley Habilitante y la “compra” del diputado 99 y emprender su cacería de brujas disfrazada en el discurso de siempre rejuvenecido por las nuevas circunstancias.
Al momento de redactar este artículo, lunes 11 de noviembre, apenas inicia el “incendio” del Reichstag madurista.
Está creando una llamarada social, está propiciando un incendio en los comercios y expendios de electrodomésticos, con el fin de causar su propio estado excepcional que le dé las herramientas necesarias para cumular más poder y suspender cualquier medición popular.
¡Está débil, él lo sabe! ¡Se encuentra vulnerable y como fiera herida ataca sin compasión!… Vemos las hienas apilándose entorno de este triste espectáculo, ellos están decididos a hacer lo que tengan que hacer para mantenerse en el poder, la pregunta es:
¿Estamos dispuestos nosotros a detenerlos y avivar con el favor de Dios la fuerza del pueblo en contra de las llamas de los demonios de camisas rojas?
Ayer, en Alemania, los rojos fueron chivos expiatorios de las tácticas políticas, hoy son ellos los perpetradores de estos métodos poco éticos y compasivos, porque al final quienes padecemos somos nosotros, el pueblo.
Twitter: @jdsolorzano