América Latina duplicó en los últimos cinco años la compra de combustibles de Estados Unidos para mantener sus economías en marcha y la dependencia sigue creciendo pese a las enormes reservas petroleras de la región, reseña Reuters.
Con la mayores reservas de crudo del mundo, Venezuela se convirtió el año pasado en un importador neto de combustibles en medio de severos problemas en su red de refinación.
Generosos subsidios que permiten a los consumidores comprar la gasolina más barata del mundo y la ausencia de políticas públicas le generan millonarias pérdidas a la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que ni siquiera cubre los costos de producción de los barriles dedicados al mercado doméstico.
Y el caso venezolano no es único. Los prolongados subsidios en varios países impiden a las petroleras invertir lo suficiente en el negocio aguas abajo.
Una red de refinación desactualizada e insuficiente para atender el extraordinario aumento de la demanda doméstica de productos como la gasolina y el diesel impulsa la importación, que está presionando las balanzas de pago de los países.
Pese a que en la última década América Latina intentó abrir mercados en Asia, buscando en algunos casos marcar distancia de Washington, la mayoría de las naciones aún depende de Estados Unidos para suministros clave para sus economías.
El aumento de la dependencia latinoamericana ocurre en momentos en que Estados Unidos está reemplazando importaciones de crudo con producción propia y tiene un creciente excedente de refinados para exportar debido a la desaceleración de su demanda interna.
Los 12 mayores importadores de combustibles estadounidenses en Latinoamérica compraron un promedio de 1,36 millones de barriles por día (bpd) este año, más del doble de los 657.000 bpd que adquirieron en el 2008, según la Administración de Información Energética (EIA, por su sigla en inglés) de ese país.
Al mismo tiempo, los despachos de crudo de los principales productores regionales -México, Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina y Perú- a Estados Unidos cayeron un 18,6 por ciento a 2,4 millones de bpd. Solo Colombia logró un alza significativa en sus exportaciones al norte.
La factura acumulada por los 12 mayores importadores de la región fue de unos 65.000 millones de dólares en el 2012 a precios de mercado, lo que representa alrededor de un 6 por ciento de sus ingresos por exportaciones, según datos de los bancos centrales, contra un 3,4 por ciento del 2008.
Latinoamérica intenta lidiar con una demanda acelerada de combustibles usados tanto para generar electricidad como para satisfacer el explosivo consumo de su parque automotor.
Y como la región ya no cuenta con capacidad excedentaria de refinación y las políticas de sustitución de combustibles líquidos han dado en general pobres resultados, se espera que la dependencia de las importaciones se acentúe en los próximos años.
“La mayoría de las nuevas refinerías planeadas en la región ni siquiera ha llegado a la ingeniería de detalle”, dijo Ramón Espinasa, especialista líder de petróleo y gas del Banco Interamericano de Desarrollo. “Como no se espera una recesión al menos en el corto plazo, el incremento esperado en la demanda de entre 20 y 25 por ciento para los próximos cinco años tendrá que ser cubierto completamente con importaciones”.
Se espera que la demanda regional de combustibles alcance de 9 a 10 millones de bpd en el 2020 tras aumentar a un ritmo interanual de entre un 2 y 2,2 por ciento, según cálculos de la Agencia Internacional de Energía, la EIA y la OPEP. América Latina sería la tercera región con mayor crecimiento del mundo, después de Asia y el Medio Oriente.
Aunque se prevé que el consumo crecerá a un ritmo inferior a un 2,6 por ciento anual que ha experimentado desde 2004, toda la demanda incremental latinoamericana deberá ser cubierta con importaciones si los proyectos de refinación no ven luz.
Historia de demoras
Las compras de combustibles que está haciendo Latinoamérica son aún más costosas que otras, pues en su mayoría se realizan en el mercado abierto con poca planificación y sin contratos de suministro, dijeron operadores.
La región pretende limitar su dependencia de los productos importados con la construcción de unos 2 millones de barriles diarios en capacidad adicional de refinación entre el 2015 y el 2021, de acuerdo con cálculos de expertos.
Pero numerosas plantas han postergado una y una otra vez las fechas de arranque, mientras los costos se abultan e incluso los proyectos para modernizar las refinerías existentes luchan por conseguir recursos.
Entre numerosos planes demorados en la región, la refinería del Pacífico en Ecuador con una capacidad proyectada de 300.000 bpd, ha enfrentado una serie de obstáculos financieros pese a que empresas chinas y venezolanas han mostrado interés en asociarse con la estatal Petroecuador para llevarlo a cabo.
Con un presupuesto de 12.500 millones de dólares, la fase de construcción de la refinería solo avanzó un 1,6 por ciento desde que se colocó la piedra fundacional hace cinco años, de acuerdo con información actualizada en agosto de la página web de Petroecuador.
“Las refinerías en América Latina están comprando residuales y productos intermedios en el mercado abierto durante paradas no programadas o para cubrir la demanda incremental de diesel y gasolina”, dijo un operador.
Comprar derivados terminados a refinadores en Estados Unidos, explicó, asegura una entrega rápida por la cercanía geográfica.
Pdvsa
Además de demorar sus proyectos conjuntos de refinación en el exterior, la estatal PDVSA tampoco ha hecho grandes avances en la expansión de su red de refinería interna de 1,3 millones de bpd.
La compañía posee tres nuevas refinerías planificadas para su cartera, además de la expansión de dos unidades medianas.
Sin embargo, ha postergado las fechas de inauguración. Ahora planea agregar unos 25.000 bpd de capacidad para el 2015 y 140.000 bpd para el 2016.
La red de refinería venezolana fue diseñada para satisfacer la demanda interna de 770.000 bpd y exportar productos procesados.
Sin embargo, la falta de mantenimiento y una gran explosión el año pasado en su principal refinería , Amuay, limitan las actuales tasas de procesamiento. Ello ha obligado a PDVSA a importar componentes y productos terminados, mientras la demanda interna crece rápidamente debido a los subsidios a la gasolina y a la instalación de más plantas termoeléctricas.
Demanda impulsada por destilados
Con la mayores reservas de crudo del mundo, Venezuela se convirtió el año pasado en un importador neto de combustibles en medio de severos problemas en su red de refinación.
Generosos subsidios que permiten a los consumidores comprar la gasolina más barata del mundo y la ausencia de políticas públicas le generan millonarias pérdidas a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), que ni siquiera cubre los costos de producción de los barriles dedicados al mercado doméstico.
Y el caso venezolano no es único. Los prolongados subsidios en varios países impiden a las petroleras invertir lo suficiente en el negocio aguas abajo.
Los 12 principales consumidores latinoamericanos compraron en lo que va de este año 225.000 bpd de gasolina terminada y reformulada de Estados Unidos. México, Chile, Colombia, Brasil y Venezuela concentraron cerca de un 60 por ciento de todas las exportaciones de gasolina estadounidense.
Esos mismos países también aumentaron un 142 por ciento sus compras de diesel y destilados en el último lustro, promediando 375.000 bpd.
Deutsche Bank dijo en una nota a clientes que las exportaciones de diesel estadounidense a la región subieron 13 veces desde 2002, con México y Chile liderando las compras.
Algunas adquisiciones han estado ligadas al inestable suministro eléctrico en Venezuela, Argentina, Brasil y casi toda Centroamérica y el Caribe.
Varios países han optado por compensar sus fallas en la generación hidroeléctrica con la introducción de plantas termoeléctricas que utilizan diesel, gas o fuel oil y pueden operar a capacidad plena durante períodos de sequía.
Otros refinados importados por América Latina desde Estados Unidos incluyen productos intermedios para refinerías, gas licuado de petróleo para cocinar y más de 20 otros derivados.
“Latinoamérica podría seguir siendo el destino de los volúmenes incrementales de productos refinados que están saliendo de Golfo” dijo el Deutsche Bank.