Este último tramo comienza marcado por el brote violento del sábado, cuando tres seguidores de Capriles murieron tiroteados -según denunciaron las filas opositoras- por simpatizantes del oficialismo. El gobierno, sin embargo, trató de desmarcarse de los hechos anunciando el rápido arresto de los presuntos autores. El presidente Chávez también lamentó lo sucedido durante un discurso.
La violencia no consiguió impedir que el domingo ambos candidatos hicieran una demostración de su capacidad movilizadora al sacar a las calles a miles de seguidores. Eso sí, a juzgar por discursos de Chávez y Capriles, tampoco resulta sencillo encontrar grandes diferencias respecto a aquellos primeros días de julio, cuando comenzó la contienda.
Aunque en ambos candidatos se denota un cambio de estrategia a la hora de presentarse ante la gente, de lo que dicen, poco hay nuevo más allá de la insistencia de Capriles en la necesidad de organizar un debate, de la que parece haber desistido.
El supuesto asalto final anunciado por el presidente ha consistido en realidad en moderar la duración de sus discursos, que de ser de varias horas, en las últimas ocasiones no han superado los 60 minutos. El contenido, prácticamente el mismo.
Además, se ha podido notar que ha acudido con más frecuencia a la cadena nacional obligatoria, que no es campaña stricto sensu pero que suele aprovechar para hacer alusiones a los males de un gobierno de «la burguesía».
Por su parte, los últimos actos del candidato opositor también presentan una cara bastante parecida a los primeros, si bien es cierto que ha pasado del «casa por casa» y «pueblo por pueblo» a las concentraciones más o menos multitudinarias alrededor de un escenario.
Pero básicamente es lo mismo: sin tocarle a la puerta a los vecinos, pero sigue llegando en un baño de masas, entre empujones saluda, habla y se va.
Sondeos disímiles
La cuestión de las encuestas, como casi todo lo que tiene que ver con la campaña, no está exenta de controversia, sobre todo por lo disímiles que son sus proyecciones, incluso las más reputadas. Sus responsables se defienden hablando de cuestiones técnicas.
En lo único en que coincide la mayoría es en que el presidente mantiene sus números y es Capriles, tal vez, el que ha avanzado y recortado la ventaja: sea para considerar que ha culminado la remontada o para asegurar que todavía está lejos.
De las más relevantes encuestas, dos dan una victoria a Chávez, otras tres le dan cierta ventaja y dos plantean un escenario también ajustado pero a favor de Capriles.
Apuntan a una ventaja sólida para el mandatario Datanálisis, Hinterlaces e IVAD. Capriles prefiere mirar los sondeos de Consultores 21 y Varianzas, que son las que apuntan a que su candidatura cuenta con mayor apoyo y, por consiguiente, llega con posibilidades de ganar el 7 de octubre.
De hecho, Consultores 21 hizo algo que, al menos periodísticamente, resulta llamativo, aunque bien podría no significar demasiado para los técnicos. A saber, además de preguntar por la intención de voto, hizo una especie de simulación en la que la respuesta era mantenida en secreto, es decir, no se la daba al encuestador.
Lo interesante es que asegura haber encontrado una desviación entre el resultado en abierto, que fue 46,5% para Capriles contra 45,7% para Chávez, y el secreto, en que el apoyo de Capriles sube a 48,9% mientras el del mandatario es el mismo.
Para algunos, eso es una especie de constatación empírica del «voto oculto» a los encuestadores que está por emerger el día de la votación.
En el ambiente…
Pese a todo, lo que se respira en las calles de Caracas es más bien tranquilidad y un ambiente ciertamente festivo. Pese a lo encendido de los discursos –sobre todo el de Chávez– y la crispación de «opinadores» mediáticos de ambos lados, en la calle es difícil encontrar algo que no sea ilusión por ganar.
De todos los votantes abordados por BBC Mundo para ver qué pensaban, sólo salían de la norma las personas que han preferido no dar su nombre o no hablar en absoluto por considerar la política «un tabú».
La respuesta unánime de chavistas, opositores y los aparentemente neutrales gira en torno a la necesidad de hacer algo con la inseguridad.