La oposición marcha a las municipales entre dudas sobre cómo ser alternativa al chavismo, golpeada por la pérdida de sus principales tribunas mediáticas, un cerco a su financiación y el desgaste de su electorado, pero con él ánimo de capitalizar la mala situación económica enVenezuela.
Ya sin el fallecido presidente Hugo Chávez como principal antagonista y mayor motivo de cohesión, la oposición intenta convertir las elecciones del 8 de diciembre en un plebiscito a la gestión del presidente Nicolás Maduro.
Las apuestas son altas, dado que esta elección será la última cita electoral hasta los comicios parlamentarios del 2015, una larga travesía en un país en crónica campaña electoral y en el que en los últimos 14 años se han realizado 18 elecciones.
Todas las miradas están puestas en los movimientos de su líder, el excandidato presidencial Henrique Capriles, quien ha llamado abiertamente a poner fin por las vías constitucionales al Gobierno de Maduro.
«No tenga ninguna duda, compañero, que después del 8 de diciembre y Constitución en mano vamos por ti y tu Gobierno fracasado y corrupto», desafió Capriles a Maduro durante una marcha realizada el fin de semana pasado para protestar contra el Gobierno.
Sin embargo, la realidad indica que el arco opositor agrupado en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tiene por delante un camino lleno de obstáculos, con un Gobierno que domina la agenda política y que ha hecho del conflicto con la oposición uno de sus rasgos característicos.
La lista de desafíos para la oposición es larga, destacando el reto de volver a movilizar a su electorado tras la ajustada victoria de Maduro sobre Capriles (unos 225.000 votos de diferencia) en las pasadas elecciones presidenciales.
Con eso en la mira, la oposición ha llamado a su base electoral a volcar en las urnas este 8 de diciembre su descontento con el Gobierno y con una economía golpeada por la inflación más alta de la región y por una escasez crónica de bienes básicos.
Sin embargo, los antecedentes recientes no le dan motivos para el optimismo. El fin de semana pasado realizó un ensayo para medir su poder de convocatoria con una marcha en todo el país que apenas arrastró seguidores, un hecho que fue celebrado por el Gobierno.
Para el politólogo John Magdaleno, una oposición que tiene crecientes dificultades financieras, dificultades para acceder a los medios, que tiene que enfrentarse al Estado en cada contienda electoral, no es una oposición que se siente en una posición cómoda.
El cerco a la oposición se extiende también a sus fuentes de financiación, en un país donde no está previsto que haya recursos públicos para los partidos políticos.
Recientemente, diputados oficialistas denunciaron ante la Fiscalía General un presunto esquema de financiación ilegal al interior del partido Primero Justicia, al que pertenece Capriles, quien ha negado cualquier irregularidad.
A esto se suma la pérdida de una de sus principales tribunas mediáticas con un reciente cambio de los dueños del canal privado Globovisión, que dejó de cubrir en directo las actividades de la oposición, y una menor cobertura en algunos portales de noticias.
Frente a este escenario cuesta arriba, la principal carta de la oposición es que el deterioro de la economía sea cobrada por el electorado en las urnas, una coyuntura que si es administrada correctamente por el liderazgo de la oposición podría beneficiarle, destacó a Efe Magdaleno.
Consciente de eso, Capriles ha endurecido su discurso y arremete a diario contra la política económica del Gobierno, con la esperanza de impulsar en las próximas elecciones un «voto castigo» que le permita contrarrestar la aceitada maquinaria electoral del chavismo.
Tras perder la elección presidencial de abril por apenas poco más de 200.000 votos frente a Maduro e impugnar sin éxito el resultado ante la Justicia, Capriles intenta ahora mantenerse como una «contraparte» del mandatario venezolano, según el analista político Luis Vicente León.
Por ello, un resultado electoral peor al esperado podría abrir la puerta a que desde la oposición se cuestione su liderazgo. EFE