El chavismo ha impuesto un asfixiante cerco a la prensa crítica, que acentúa el ventajismo con el que están jugando los candidatos oficialistas en la campaña electoral para los cruciales comicios locales del próximo domingo. El uso y abuso indebido de recursos públicos por los candidatos chavistas se ha convertido ya en una práctica habitual, que se repite cada vez que se celebran elecciones en Venezuela.
El Gobierno ha denunciado ante los tribunales a varios diarios por publicar fotografías «violentas» o que ilustren el desabastecimiento que sufre el país. Ya en el pasado El Nacional y Tal Cual fueron sancionados por publicar las famosas fotos de los cadáveres apilados en la morgue de Caracas. Yen estos días se ha incoado expediente administrativo contra el diario 2001 por publicar fotos de la escasez de combustible, así como contra El Universal y La Voz por publicar fotos de crímenes sangrientos.
El acoso a la prensa comienza con la actuación del Defensor del Pueblo, que se centra en denunciar a los medios de comunicación ante los tribunales de menores bajo la acusación de que las informaciones sobre hechos violentos atentan contra la salud mental de los niños. Apelan a tal efecto a la ley de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopnna).
Ayer el Gobierno demandó al diario regional La Voz, al que quiere imponer una multa millonaria por publicar dos fotografías de los cuerpos sin vida de dos hermanos que habían sido secuestrados y asesinados. La demanda contra El Universal es por la publicación de fotografías de un crimen sangriento el mismo día en que el presidente Maduro ordenaba rebajar los precios de los electrodomésticos.
Emporio chavista
El chavismo controla un emporio de unos 700 medios de comunicación, entre periódicos, radios y televisiones. Las últimas adquisiciones fueron la cadena Globovisión, las ediciones de Cadena Capriles, una parte de las acciones de El Nacional y del canal Televén. Pero al gobierno de Maduro aún le falta por controlar un puñado de medios que se resisten a ser vendidos. De ahí el «cerco rojo» y la censura a los pocos que aún hacen frente a la apisonadora del oficialismo.
Además, Maduro obliga a emitir sus intervenciones en cadena a través de radios y televisiones en las que monopoliza alrededor una hora y media diarias. Desde que inició su mandato ha superado en más de doscientas horas a las intervenciones de transmisión obligatoria de su predecesor, Hugo Chávez.