Capriles y la MUD ya no tendrán autoridad moral para decir que Maduro se robó las elecciones del 14-A, lo cual implica esperar hasta el 2018 para un cambio de gobierno; tiempo suficiente para que los cubanos terminen de apoderarse de Venezuela
Luis José Semprum
La MUD plantea lo ocurrido el 8-D como una victoria, porque la oposición triunfó en las alcaldías más importantes y obtuvo casi la mitad de la votación total. En realidad, lo único que logró la oposición fue mantener los pocos espacios que ya tenía, pero a un costo muy alto, porque Maduro y el CNE han quedado plenamente legitimados.
Capriles y la MUD ya no tendrán autoridad moral para decir que Maduro se robó las elecciones del 14-A, lo cual implica esperar hasta el 2018 para un cambio de gobierno; tiempo suficiente para que los cubanos terminen de apoderarse de Venezuela.
La principal falla del liderazgo opositor es su blandenguería, que a su vez proviene de una falsa premisa, según la cual “lo peor que puede pasar en Venezuela es un golpe de Estado”, Capriles dixit (http://youtu.be/t9_U6kC6Q7M).
Por temor a provocar un golpe de Estado, Capriles canceló la marcha del 17-A, destinada a defender su propio triunfo electoral. Por miedo al golpe, la MUD no quiere hablar de fraude, y dice que “hay que pasar la página”. Espantados por una posible crisis militar, Capriles y la MUD no quieren denunciar la doble nacionalidad de Maduro. Y así sucesivamente. En resumen, prefieren mil veces la presidencia ilegítima de Maduro –y junto con ella, la continuidad del dominio cubano– a que se produzca una asonada castrense que expulse definitivamente el castro-comunismo y restablezca el orden constitucional.
Se trata de una contradicción colosal, producto de alguna tara ideológica o de algún oscuro acuerdo con el gobierno, porque esos mismos líderes opositores que repudian una crisis militar, celebran con bombos y platillos los acontecimientos del 23 de enero de 1958, cuando se produjo justamente un alzamiento cívico-militar contra un régimen dictatorial.
Como bien planteó Carlos Blanco en su columna del domingo pasado, y como lo piensa la inmensa mayoría de los venezolanos, “Un movimiento cívico-militar para rescatar la libertad y la democracia se hace necesario, en la medida en que se plantee el rescate del valor de la civilidad, de la ciudadanía y se proponga la reinstitucionalización de la Fuerza Armada” (http://goo.gl/IscnNI).
De ahora en adelante, las premisas opositoras deben ser éstas: Nuestro principal objetivo es liberar a Venezuela del dominio cubano, recurriendo a todos los mecanismos contemplados en la Constitución. No descansaremos hasta derrotar la invasión castro-comunista que oprime a nuestra patria. Renunciamos a cualquier ambición personal hasta no lograr el objetivo colectivo de reconquistar nuestra independencia, recuperar la democracia y restablecer las libertades.
Los actuales líderes opositores deben reconocer que su estrategia –basada única y exclusivamente en la lucha electoral– ha fracasado. Deben subordinar su propio interés al bienestar de la nación, y permitir que otros conduzcan la nave a buen puerto.
l.semprum@gmail.com