Maniatado en estado de putrefacción fue hallado en su residencia de la California Norte, municipio Sucre de Caracas, el cadáver de Manuel Francisco Boedo Curras, de 84 años, ciudadano de nacionalidad española que tenía más de 30 años en el país.
El Contador Público fue localizado sin vida, amarrado a una silla en la cocina de la quinta Chiquinquirá, en la calle Guanepe de las residencias Guere Guere, donde vivía solo desde hace 10 años, cuando sus dos hijas decidieron sacar del lugar a su madre debido a que la mujer padecía de parquinzon.
Los vecinos del lugar contaron que era común ver a Boedo en la calle, generalmente durante las mañanas, debido a que las tardes y noches las invertía en corregir tesis, además de realizar otros trabajos académicos en la docencia, a lo que dedicaba sus últimos años de vida.
La mañana del viernes, lo vieron por última vez, cuando una grúa llegó a llevarse su carro Chevrolet Corsa que presentaba fallas mecánicas. Frente a la vivienda tenía parqueado otro vehículo de su propiedad, un Chevrolet Century, placas AH489NA.
El mal genio del Manuel Boedo, le había llevado a tener varios conflictos con sus vecinos, quienes lo recordaron como un hombre “cascarrabias” con quien era difícil cruzar más de tres palabras sin que se enfureciera y terminara discutiendo.
Algunos habitantes de la calle Guanepe, aseguraron que ese mismo carácter llevó a sus dos hijas a abandonar su hogar cuando cumplieron la mayoría de edad. Una reside en el exterior y otra en el estado Aragua. Más tarde, ellas decidieron llevarse a su madre porque el hombre la maltrataba.
Hace algunos meses, el contador estuvo en conversaciones con unas personas para vender la quinta, pero el negocio solo quedó en palabras. Sin embargo, logró hacer amistad con esas personas y eran quienes algunas veces lo visitaban.
Debido a que tenían varios días tratando de contactarlo sin éxito, esos amigos fueron a la residencia donde encontraron la puerta abierta. Al ingresar hallaron el cadáver del octogenario completamente descompuesto en un espacio de la cocina y llamaron a la policía.
Funcionarios de la División contra Homicidios del Cicpc se trasladaron a la quinta Chiquinquirá para levantar el cadáver y dar inicio a las averiguaciones. Se sospecha que quien cometió el crimen era alguien de confianza de la víctima debido a que las puertas, ni ventanas estaban violentadas.
Habitantes del lugar dijeron que el español solía cambiar de mecánicos y domésticas con mucha frecuencia. Con todos terminaba peleados porque algunas veces no les cancelaba lo que les debía, alegando que habían incumplido con sus trabajos. Algunos dijeron que esto obedecía a que el hombre padecía de episodios de demencia senil.
En vista de que siempre sus carros se averiaban, era común ver mecánicos en la calle reparándolos o conversando con la víctima.
Intelectual malgeniado
Francisco Torres, vecino del lugar dijo que era poco lo que podía decir con respecto a Boedo, salvo que era fanático del Barça y que siempre escuchaba los partidos a elevado volumen. “Uno evitaba a veces conversar mucho con él porque tenía un carácter difícil. Dicen que lo encontraron en pijamas y que estaba amarrado a una silla. Parece que lo ataron para golpearlo y después lo arrastraron hasta la cocina”, dijo.
Además de su temperamento, Miguel Boada era reconocido entre vecinos por su calidad intelectual. Quienes lograron entrar a su casa aseguran que siempre tenían cúmulos de tesis. En ocasiones echaba a la basura libros que algunos residentes recuperaban para su uso.
La Policía Científica esperaba contactar a los familiares de la víctima para que rindan declaraciones con respecto al caso. No obstante, indagan si el homicida se encuentra entre las personas que laboraron en la vivienda o para la víctima. La autopsia reveló que la víctima murió por fractura del hueso hioides.