Lo comprobará cualquiera que busque adquirir ahora mismo un boleto aéreo a Venezuela o desde ese país: no hay disponibilidad. Y ya no es cuestión de la alta demanda de viajeros en la temporada navideña. Tampoco del acaparamiento de cupos por parte de los raspatarjetas, los venezolanos que viajan al exterior para obtener divisas en efectivo y aprovechar así los resquicios del diferencial cambiario.
Sucede que las líneas aéreas que cubren rutas internacionales no reciben desde hace algunos meses sus ingresos en Venezuela por concepto de ventas de boletos. Están represados por las esclusas del régimen de control de cambios impuesto por el gobierno de Hugo Chávez en 2003 y que la administración de su sucesor, Nicolás Maduro, ha hecho más engorroso.
Rigidez burocrática y falta de divisas hacen que, ahora, las aerolíneas extranjeras hayan dejado de repatriar a sus cuarteles generales ingresos equivalentes a 2.600 millones de dólares que les adeuda el Estado venezolano.
Se trata de las ventas realizadas por las aerolíneas en Venezuela en bolívares, la moneda nacional, y que sólo se pueden convertir en divisas a través de las autoridades locales. Son operaciones que, además, hasta ahora se han hecho a la tasa mínima de cambio oficial, diez veces menor al precio del dólar estadounidense en el mercado negro.
Así es que, mediante el mecanismo oficioso de bloquear los cupos en rutas con origen o destino en Venezuela, las aerolíneas evitan incrementar por el momento el déficit de sus negocios en el país, a la vez que aumentan la presión sobre el gobierno chavista para que les reembolse el monto adeudado. En algunos casos autorizan la adquisición de boletos fuera de Venezuela y con moneda dura, pero a tarifas extravagantemente prohibitivas. De conseguirse, un viaje de ida y vuelta a Miami puede costar 3.500 dólares, y otro a Bogotá, alrededor de 2.700 dólares, sólo por nombrar dos de las rutas más populares.
Esta semana el Director General de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), Tom Tyler, expresó su preocupación por que el gobierno venezolano siga bloqueando “la repatriación de 2.600 millones de dólares en efectivo a la industria aérea”.
De acuerdo a una fuente del sector que exigió reserva de su nombre, algunas aerolíneas ya evaluarían cesar sus operaciones en Venezuela.
El efecto de esta situación equivale a una virtual prohibición de salida del país. Muchos viajeros intentan alcanzar por estas fechas la ciudad colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, o las vecinas islas de Curazao y Aruba, para conectar con sus itinerarios internacionales.
La semana pasada circuló la versión de que gobierno y aerolíneas se habían avenido a una fórmula de solución. No obstante, luego se supo que la administración de Maduro había ofrecido cancelar la deuda con suministros de combustible para aviación, oferta que no interesó a las empresas del sector.
Este miércoles se sumó otra variable que podría agudizar la crisis. Desde París, el Sindicato de Pilotos de Air France pidió a sus afiliados que dejen de servir la ruta a Caracas hasta que mejoren las condiciones de seguridad en el aeropuerto internacional de Maiquetía, que sirve a la capital venezolana.
El sábado pasado se produjo una alarma de bomba en el vuelo 385 de Air France, a punto de despegar desde Caracas hacia París. Las autoridades policiales venezolanas comprobaron, tras revisar la aeronave, que se trataba de una falsa alarma. Pero el incidente siguió al descubrimiento, en septiembre pasado, de 30 valijas cargadas de cocaína en la bodega de un avión de Air France que hacía la misma ruta.
Los dirigentes del gremio de pilotos temen, según expresaron en un comunicado, que los equipos de Air France hayan sido usados como señuelos de una operación antidrogas, y que ello convierta a la aerolínea francesa en blanco de represalias. Al momento de cerrar esta nota, no se conocía si el llamado sindical afectaría las frecuencias de la compañía hacia Venezuela.