«Esta primera implantación se desarrolló en forma satisfactoria (…). El paciente se encuentra actualmente bajo vigilancia en reanimación, despierto y hablando con su familia», agregó Carmat.
Las autoridades sanitarias francesas dieron luz verde a finales de septiembre a esta intervención, abriendo nuevas perspectivas para los pacientes condenados por la escasez de injertos disponibles.
«Celebramos este primer implante, pero sería prematuro extraer conclusiones ya que se trata de un único implante y de un posoperatorio todavía muy corto», comentó el director general de Carmat, Marcello Conviti, citado en un comunicado.
La empresa, fundada por el cirujano Alain Carpentier, conocido mundialmente por haber inventado las válvulas cardíacas Carpentier-Edwards, quiere paliar la falta de injertos que sufren decenas de miles de personas con insuficiencia cardíaca avanzada.
Su prótesis, con bases científicas «sólidas», tiene «una funcionalidad y una duración ejemplares», según Carmat.
«Imita totalmente un corazón humano normal con dos ventrículos que movilizan la sangre como lo haría el músculo cardíaco, con sensores que permiten acelerar el corazón, desacelerar, aumentar la cadencia, disminuir la cadencia. El enfermo duerme, disminuye. Sube escaleras, se acelera, por lo que no tiene nada que ver con una pompa mecánica», había explicado en septiembre Philippe Pouletty, el cofundador del grupo.
El paciente implantado, cuya identidad no se hizo pública, tenía que padecer una insuficiencia cardíaca terminal, con un pronóstico vital comprometido y sin alternativa terapéutica, según las condiciones que plantearon las autoridades sanitarias francesas.
Carmat asegura que su corazón artificial podría salvar cada año la vida de decenas de miles de pacientes sin riesgo de rechazo y garantizándoles una calidad de vida sin precedentes.
AFP
«Esta primera implantación se desarrolló en forma satisfactoria (…). El paciente se encuentra actualmente bajo vigilancia en reanimación, despierto y hablando con su familia», agregó Carmat.
Las autoridades sanitarias francesas dieron luz verde a finales de septiembre a esta intervención, abriendo nuevas perspectivas para los pacientes condenados por la escasez de injertos disponibles.
«Celebramos este primer implante, pero sería prematuro extraer conclusiones ya que se trata de un único implante y de un posoperatorio todavía muy corto», comentó el director general de Carmat, Marcello Conviti, citado en un comunicado.
La empresa, fundada por el cirujano Alain Carpentier, conocido mundialmente por haber inventado las válvulas cardíacas Carpentier-Edwards, quiere paliar la falta de injertos que sufren decenas de miles de personas con insuficiencia cardíaca avanzada.
Su prótesis, con bases científicas «sólidas», tiene «una funcionalidad y una duración ejemplares», según Carmat.
«Imita totalmente un corazón humano normal con dos ventrículos que movilizan la sangre como lo haría el músculo cardíaco, con sensores que permiten acelerar el corazón, desacelerar, aumentar la cadencia, disminuir la cadencia. El enfermo duerme, disminuye. Sube escaleras, se acelera, por lo que no tiene nada que ver con una pompa mecánica», había explicado en septiembre Philippe Pouletty, el cofundador del grupo.
El paciente implantado, cuya identidad no se hizo pública, tenía que padecer una insuficiencia cardíaca terminal, con un pronóstico vital comprometido y sin alternativa terapéutica, según las condiciones que plantearon las autoridades sanitarias francesas.
Carmat asegura que su corazón artificial podría salvar cada año la vida de decenas de miles de pacientes sin riesgo de rechazo y garantizándoles una calidad de vida sin precedentes.
AFP