SEÑALES DE UN DIALOGO VERDADERO. En tiempos donde lo diferente puede ser un factor de aislamiento o discriminación, la verdadera naturaleza de la tolerancia se expresa en la aceptación. Para tolerarnos tenemos que reconocernos, un paso hacia el reconocimiento es el dialogo. Escuchar desde nuestras posiciones lo que la otra parte tiene que decir, con visiones que pueden ser divergentes, pero que no buscan destruirse, sino que muchas veces se complementan. Convivir en la diferencia, de eso se trata el dialogo. Un espacio que se abre por encima de quienes tratan de anular la existencia del otro, avanzando hacia esquemas incluyentes.
En Venezuela no siempre vivimos encontrados, los venezolanos aprendimos a respetarnos, aprendimos a convivir con quienes pensaban distinto, profesaban religiones diferentes o provenían de países con culturas, tradiciones e historia contrastantes con la nuestra. El país había naturalizado lo diferente.
Pero no tardarían en aparecer etiquetas en el lenguaje político para referirse al contrario, como “la derecha”, “los puntofijistas”, los “cuatrorepublicanos”, “los escuálidos”. En una clara intención por separar entre el “ellos” y el “nosotros”, una dicotomía donde cada lado se pintaba como dueño de la verdad y los contrarios eran los malos.
Los líderes políticos tienen una gran responsabilidad en el modelaje de las conductas de sus seguidores y en términos comunicaciones Chávez representó un experto colocando etiquetas, hasta el punto que sus propios opositores se reconocían como “escuálidos” o más recientemente “majunches”.
La oposición tampoco escapó al lenguaje de odio, durante mucho tiempo las fuerzas contrarias al chavismo confrontaron con el presidente Chávez en su terreno, etiquetando a los seguidores del oficialismo con un sin número de descalificativos que acrecentaron aun más la división entre venezolanos.
El diálogo, el consenso y la negociación desaparecieron durante mucho tiempo del vocabulario de los líderes políticos. Cada bando se estaba jugando todo por el todo, nadie daría su brazo a torcer y dialogar podía ser visto en el gobierno con un signo de “debilidad”, mientras que en la oposición como sinónimo de “colaboracionismo”.
Esta semana finalmente se dio una nueva oportunidad para que opositores y oficialistas se encontraran de nuevo a fin de llegar a acuerdos mínimos en beneficio de la gobernabilidad de país, el respeto y la tolerancia. La oportunidad vino de manos de los alcaldes de la Unidad recién electos y Nicolás Maduro, como jefe de Estado.
Aunque la reunión se desarrolló en un ambiente de cordialidad, para que el dialogo tenga resultados se necesitan señales claras. Como devolver las competencias arrebatadas a los alcaldes electos, desmontar alcaldías paralelas en espacios gobernados por la oposición, dejar de imponer un programa ideológico único y liberar presos políticos.
Son acciones que hablarían de la disposición del gobierno a establecer un diálogo sincero. La oposición también debe ceder, bajar el nivel de confrontación y empezar a trabajar en mancomunidad por el país que queremos. La tolerancia representa un factor primordial en la convivencia, donde las diferencias son un elemento de equilibrio entre cualquier sociedad, entre la razón y el fanatismo. La diferencia es garantía de tolerancia, pues de esta forma se evita la homogeneidad que en la mayoría de los casos pasa a ser avasallante, trayéndose consigo a las minorías.
En Venezuela no podemos seguir enfrentados. Esta semana se demostró que es posible alcanzar espacios de encuentro, muchos han dejado atrás la línea partidista para sentarse a discutir temas que nos incluyen a todos los venezolanos. La deliberación, el disenso, la discusión es importante para lograr acuerdos, ojala avancemos a una etapa donde volvamos a mirarnos a la cara y vernos como venezolanos sin etiquetas, ni apellidos ideológicos.
Brian Fincheltub
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