La tradición dice que el 21 de diciembre de cada año llega a la tierra, producto del fenómeno cósmico conocido como solsticio de invierno, el Espíritu de la Navidad, con la firme misión de traer al plano físico todo aquello que deseamos
El Espíritu de la Navidad es una tradición perteneciente a los países nórdicos y que, desde hace varios años, ha sido adoptada en Venezuela como parte de las costumbres propias de esta época navideña, en la que cualquier razón es buena para reunirse a celebrar y compartir.
Tradicionalmente, el Espíritu de la Navidad se recibe con un ritual efectuado el 21 de diciembre, entre las diez y las doce de la noche, cuando el Espíritu de la Navidad desciende para acompañarnos en estas fiestas navideñas y recibir nuestros deseos y aspiraciones para el año siguiente.
Sin embargo, la Iglesia Católica considera que el Espíritu de la Navidad es un conjunto de enseñanzas sutiles y de prácticas ingeniosas que tratan de apartar a las familias y a los grupos en general de una celebración centrada en el nacimiento del Hijo de Dios y de desviar el significado de la fiesta navideña hacia la contemplación de figuras fantasmagóricas.
Las autoridades eclesiásticas de nuestro país manifiestan que lo que se busca con la celebración del Espíritu de la Navidad es sustituir el sentido cristiano de la Navidad por ceremonias y prácticas provenientes del ocultismo y del espiritismo, pero bien disfrazadas de provechosas, espirituales y aparentemente cristianas.
La leyenda
Cuenta la leyenda que, hace unos ochenta y dos mil años, un ser de una galaxia muy lejana llegó al planeta Tierra, específicamente en la zona que actualmente se conoce como Escandinavia. Este individuo, caracterizado por una contagiosa alegría, era un viajero errante que predicaba sus conocimientos sobre la vida en otras galaxias.
De contextura delgada, alto y apariencia juvenil, del cuerpo de aquel ser trascendente se desprendían destellos luminosos de color rojo y dorado. Estas emanaciones se transmutaban en oro y piedras preciosas, las cuales eran recibidas por los pobladores como obsequios.
La gran sabiduría de este individuo se tradujo en la percepción generalizada de que era un anciano, el cual deambulaba por los fríos parajes en los que se recrea la leyenda. La apariencia de quien fuera el sustrato mortal para ese divino ser difiere mucho de su representación tradicional de una persona obesa con barba, pues en realidad era un hombre alto, rubio, con grandes ojos azules, cara ovalada y figura delgada.
El ritual
Tradicionalmente, el Espíritu de la Navidad se recibe con un ritual efectuado el 21 de diciembre, exactamente entre las diez y las doce de la noche, cuando el Espíritu de la Navidad desciende para acompañarnos en estas fiestas navideñas.
Según la leyenda, para el ritual necesitamos: una vela azul, una vela amarilla y una vela roja; una varilla de incienso; esencia de azahar; fósforos; hojas de papel; lápiz o bolígrafo y tijeras. La vela azul simboliza la paz, la amarilla la alegría y felicidad, la roja el amor. El incienso representa la paz y prosperidad y la esencia de azahar, amor, suerte, dinero, energía física, alegría y salud.
Cuando tenemos todos los elementos, colocamos las velas en triangulo, el incienso y la esencia sobre un altar que hemos preparado para la ocasión. Encendemos las velas en el sentido de las agujas del reloj, prendemos el incienso y esparcimos unas gotas de esencia por el ambiente.
Abrimos todas las puertas y ventanas de la casa para darle la bienvenida al Espíritu de la Navidad. Nos concentramos en silencio durante unos minutos percibiendo esa energía buena y positiva que nos trae el Espíritu de la Navidad, empapándonos de ese bienestar colectivo tan anhelado, de los deseos universales de paz, amor y prosperidad para todos.
Escribimos en el papel nuestros deseos por orden de prioridad (se recomienda pedir primero por la paz, en segundo lugar por el propio país, en tercer lugar por familiares y amigos y en cuarto lugar por nosotros mismos). Es conveniente escribir la lista de deseos en renglones independientes y sólo por una cara del folio. Una vez finalizado el ritual, debemos conservar este papel hasta el año siguiente.
Si el año anterior hemos realizado este mismo ritual sacamos el papel con nuestros deseos expresados entonces. Recortamos en tiras los que se han cumplido y los quemamos en la llama de las velas dando gracias mentalmente por los deseos cumplidos.
Dejamos que las velas se consuman totalmente.
Hay que tomar en cuenta que el día anterior al descenso del Espíritu de la Navidad se debe limpiar la casa, con el fin de recibirlo libre de energías negativas y luego al día siguiente, después de la cena, se deben encender velas de color azul y aromas de mandarina o limón para hacer que su llegada sea aún más placentera.
Edda Pujadas ///@epujadas.-