Un tatuador en Baltimore acumula una enorme clientela debido a su inusual especialidad: tatuar pezones a mujeres que tuvieron que someterse a mastectomías.
En Estados Unidos hay algo muy familiar en los suburbios de las pequeñas ciudades de todo el país.
Las carreteras son anchas y las distancias largas, pero tarde o temprano tienes garantizado un pequeñocentro comercial, con las tiendas expuestas hacia la calle principal, una al lado de otra.
Y allí me encontraba, a 20 minutos de Baltimore, tras estacionar mi auto fuera de uno de estos complejos de tiendas.
El sitio tenía una farmacia abierta las 24 horas, así como una clínica veterinaria, una tienda de bronceado y un salón de tatuaje. Para ser precisos, este último local se llamaba Little Vinnie’s Tattoos y era Little Vinnie lo que me traía por aquí.
Era un hombre amigable, vestido con un chaleco de tweed, una camisa a rayas y un sombrero elegante.
Al recibirnos, Vinnie nos estrechó la mano y nos mostró su negocio.
Las paredes estaban cubiertas de diseños de tatuajes y los catálogos se apilaban en el fondo de la sala, llenos de miles de motivos para escoger.
¿Quizás el clásico corazón con la daga? ¿O un personaje favorito de animación? Incluso, si te sientes patriótico, podrías escoger un águila calva o la bandera estadounidense.
Detrás de la puerta de madera
Algunos clientes esperaban sentados en bancos antes de ser llevados a uno de los seis estudios distribuidos a un lado del recinto, junto a la pared, cada uno con una cortina de terciopelo negro como puerta.
Pero al otro lado de la habitación se encontraba uno que distinguía de los demás. Tenía una apariencia más formal, con una puerta de madera, mucho más parecido a un consultorio médico.
Realmente muy apropiado, porque si bien Vinnie no es médico, se ha convertido en una especie de estrella en el mundo de la medicina.
Ya no pasa sus días tatuando anclas en bíceps de hombres. De hecho, la mayoría de su clientela son mujeres que tienen una cosa en común: todas se están recuperando del cáncer de mama.
Hace algunos años, un médico de Baltimore le pidió a Vinnie que ayudara a una paciente que había tenido una reconstrucción de senos que la dejó sin pezones.
Su habilidad para crear un tatuaje en 3D del pezón fue tan realista que empezó a tener más demanda de pacientes que los doctores que normalmente realizan tatuajes en la etapa final de la reconstrucción.
Ahora Vinnie asegura que este trabajo domina su vida. Ve a 1.400 pacientes al año y viaja por todo el país y más allá.
Para probarlo, en su estudio tiene un mapa en el que ha marcado la procedencia de sus pacientes. Tiene clientes en países tan lejanos como Arabia Saudita, algo que no es poca cosa tratándose de un país donde los tatuajes son considerados haram o prohibidos.
Recordatorio permanente
Sarah está en sus 30 y el año pasado quedó devastada al enterarse de que tenía cáncer meses después de haber quedado embarazada. Al mes de dar a luz a su hijo, tuvo que someterse a una operación para que le extirparan ambos pechos.
Sarah describe la primera vez que se quitó los vendajes como el más duro de su vida. «Cada vez que te duchas ves las cicatrices, que son un recordatorio permanente de lo que acabas de pasar».
Pero ahora puede sonreír. «Tengo otros tatuajes, pero nunca pensé que me haría los pezones», y bromea que definitivamente es un buen tema para iniciar una conversación.
Chico malo confeso, que aprendió su oficio en el ejército, Vinnie explica que hay cerca de un millón de personas que necesitan un tatuaje de pezones, pero sólo pocas lo hacen.
Recientemente le pidieron viajar a los Emiratos Árabes Unidos debido a que unas 20 mujeres querían sus tatuajes, pero sólo tres tuvieron el permiso de sus esposos, por lo que no pudo ir.
Una señal
Es tal su reputación que lo apodan con cariño «el Miguel Ángel de los tatuajes de pezón». Pero Vinnie le resta importancia a su talento. Asegura que su trabajo no es un reto artístico. De hecho, hace unos años se cansó y decidió parar. Dijo que ya era suficiente y que quería regresar a sus otros trabajos de tatuajes.
Pero un día una mujer lo llamó para pedirle una cita, a lo que le respondió que ya no lo hacía y la mujer sonó muy molesta. Y entonces, de la nada, lo llamó su hermana para decirle que ella también tenía cáncer de mama.
Vinnie dice que fue una señal de que tenía que continuar con su labor. «Pierdes la satisfacción artística pero ganas otro tipo de satisfacción que es increíble», asegura. «No estaba preparado para cómo me iba a sentir».
BBC