El mandatario de EE. UU., cuyo apoyo entre los hispanos ha bajado de casi 80% a 55%, ha estado bajo una fuerte presión para limitar las deportaciones por decisión ejecutiva
WASHINGTON. Con su agenda hecha girones por las confrontaciones y tropiezos del año pasado, el presidente Barack Obama comienza el 2014 aferrado a la esperanza de poder conseguir un éxito legislativo duradero: la reforma de las leyes de inmigración.
Pero eso exigirá un uso diestro y cuidadoso de sus poderes y combinar una campaña pública frente las protestas por la cifra récord de deportaciones de su gobierno con negociaciones tras bambalinas con el Congreso, algo que según legisladores y defensores de los inmigrantes es una importante debilidad de la Casa Blanca.
En semanas recientes tanto Obama como el presidente de la Cámara, John Boehner, republicano por Ohio, han enviado señales que han aumentado las expectativas entre los defensores de la reforma de que este año pudiera finalmente generar el primer cambio integral de las leyes de inmigración en casi tres decenios. Si sale adelante, cumpliría una promesa de Obama que muchos hispanos dicen que debería haberse implementado hace tiempo.
El Senado aprobó el año pasado un proyecto de ley bipartidista de alcance abarcador que toma en cuenta la seguridad en la frontera con México, contempla medidas de cumplimiento y ofrece un camino a la ciudadanía para 11 millones de personas que viven en el país sin autorización legal. Los líderes de la Cámara, presionados por los conservadores del Tea Party, han exigido un enfoque gradual y no integral.
En una señal de una posible apertura, Obama ha dejado de insistir en que la Cámara apruebe la versión del Senado. Y dos días después de llamar a Boehner en noviembre para felicitarlo por su cumpleaños, Obama dejó en claro que está dispuesto a aceptar el enfoque de la Cámara, con una advertencia: al final «vamos a tener que hacerlo todo».
Por su parte, Boehner contrató en diciembre a Rebecca Tallent, ex asistente clave del senador John McCain y más recientemente directora de un equipo especial sobre inmigración de un grupo de estudios bipartidista. Incluso los que se oponen a una reforma amplia de las leyes de inmigración vieron en la contratación de Tallent una señal de que la aprobación de una ley de repente se ha vuelto más probable. Boehner también alimentó especulaciones de que ignoraría las presiones del Tea Party, rechazando de plano sus críticas al modesto acuerdo de presupuesto logrado en diciembre.
AP