El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha decidido atacar los desajustes económicos del país con medidas que presagian el fin de la era de dólares baratos que durante años disfrutaron los venezolanos, un cambio que según economistas esconde una devaluación implícita y no resuelve los problemas de fondo.
Maduro anunció el miércoles durante su primer informe de gestión ante el Parlamento la desaparición de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), la principal ventanilla para que las empresas y personas pidan dólares al Estado en Venezuela bajo el control de cambios, y su reemplazo por el Centro Nacional de Comercio Exterior.
El gobernante explicó los cambios como necesarios para la profundización de un «verdadero socialismo» en el país y para acabar con las «mafias» que especulan con los dólares preferenciales que reciben del Estado al tipo de cambio oficial de 6,3 bolívares por dólar.
Desde el 2003, cuando entró en vigencia el actual control de cambios, los venezolanos de a pie y los empresarios deben acudir al Estado para hacerse con dólares, en un proceso engorroso pero también lucrativo, ya que reciben divisas a un precio que en el mercado negro ilegal puede ser superado hasta diez veces superior.
Esto ha dado pie por ejemplo a un auge de los viajes al exterior entre los venezolanos, que reciben un cupo de dólares al cambio oficial, y ha incentivado también las importaciones. Sin embargo, a la luz de los anuncios de Maduro parece que la tendencia es a que cada vez menos sectores sigan operando con dólares preferenciales a 6,3 bolívares.
Al mismo tiempo de descartar una devaluación, Maduro llamó a fortalecer un sistema alternativo de asignación de divisas conocido como Sicad, que complementó al principal: Cadivi, cuya desaparición fue oficializada ayer.
La particularidad es que el Sicad asigna dólares mediante subasta a un tipo de cambio que está cerca de duplicar al oficial, lo que para los economistas consultados por Efe representa una «devaluación implícita» del bolívar y el fin de los dólares preferenciales para una gran mayoría de venezolanos.
«Cada vez menos cosas quedarán a 6,30 y serán bienes importados por el Gobierno. Y todo lo que es el sector privado paulatinamente va a ir deslizándose hacia el Sicad. Es una forma de devaluar sin decirlo», señaló a Efe el economista César Aristimuño.
A ojos de economistas como el profesor Luis Oliveros las medidas no representan cambios estructurales y dejan muchas preguntas abiertas, como por ejemplo qué pasará con el acceso de los viajeros a los dólares bajo el esquema de Cadivi.
«Son medidas que no atacan la raíz del problema, que se quedan insuficientes», dijo a Efe el economista Luis Oliveros, profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Para Oliveros, tal como fue anunciada, la sustitución de Cadivi por el Centro Nacional de Comercio Exterior representa un principio solo un cambio de nombres. «La gran diferencia es que están pasando cosas de Cadivi a Sicad. Vamos a ver que una gran cantidad de rubros que antes eran de Cadivi que van a pasar a Sicad, con lo que se materializaría una devaluación implícita porque esos rubros que antes tenían dólares a 6,30 van a pasar mínimo a 11,30», dijo,
Tanto Oliveros como Aristimuño señalaron que la alta inflación y los elevados niveles de escasez de bienes básicos que marcaron la economía durante el 2013 se mantendrán porque no se anunciaron medidas de fondo que incentiven la productividad del sector privado.
En la otra vereda se ubicó el economista Víctor Álvarez, exministro de Industria de Hugo Chávez, para quien el giro de más sectores hacia el Sicad puede tener un impacto positivo para la producción nacional, afectada por un sistema que incentiva las importaciones.
«La tasa oficial era subsidiar las importaciones que se hacían con ese dólar preferencial», dijo Álvarez a Efe.
La receta de Maduro incluye también la salida del ministro de Finanzas, Nelson Merentes, para permitir su regreso al Banco Central, entidad que ya presidió en el pasado.
Merentes será reemplazado por Marcos Torres, un militar que hasta ayer era ministro para la Banca Pública, cartera que se fusionará ahora en Finanzas. «Merentes vuelve al Banco Central con una misión muy específica: seguir imprimiendo dinero porque de alguna manera tienen que financiar el déficit fiscal», dijo Oliveros, alertando sobre el impacto que el aumento del circulante monetario podría tener en la inflación.
Los anuncios de Maduro se produjeron tras un 2013 en el que la economía creció apenas un 1,6% (frente al 5,6% de 2012), golpeada por un recrudecimiento de los problemas de abastecimiento y por una inflación superior al 56%.
El mandatario ha culpado de ello a los empresarios, a quienes acusa de librar una «guerra económica» contra su Gobierno, y ha prometido que la economía será la batalla clave de su segundo año como presidente de Venezuela. EFE