Muchas mujeres creen ciegamente en los poderes curativos del jugo de arándano rojo y aseguran que no sólo ayuda a curar dolorosas infecciones de la vejiga, como la cistitis, sino que también previene futuros episodios.
Teniendo en cuenta que la cistitis es una de las infecciones bacterianas más comunes, hay mujeres que mantienen un cartón de jugo de arándano en la nevera todo el tiempo, por si acaso.
Los hombres son más afortunados. Ellos también pueden sufrir de infecciones del tracto urinario pero los casos son 50 veces menos frecuentes que en mujeres, probablemente porque la uretra masculina es más larga.
La razón por la que se piensa que los arándanos son especiales es porque contienen sustancias llamadas proantocianidinas (PAC), que se cree evitan que la bacteria se aferre a las paredes de la vejiga.
Los jugos de manzana y uva, así como el chocolate amargo, también contienen PAC, pero no del tipo indicado. Por ello es posible que tomar zumo de arándanos ayude a prevenir la cistitis.
Al banquillo
Un análisis sistemático de estudios publicados en 2012 encontró que los productos que contenían arándanos reducían el riesgo de infección, particularmente en aquellos que las sufrían repetidamente y en pacientes que tomaban jugo al menos dos veces al día.
El zumo parecería ser más efectivo que las tabletas que contienen arándano, posiblemente porque las sustancias activas se absorben con más facilidad.
Los autores del análisis notaron que el jugo hacía una diferencia más grande en unos experimentos que en otros.
Hasta ahora, todo bien: contamos con una explicación biológica sobre la razón por la cual el jugo de arándanos puede prevenir infecciones y con varios estudios pequeños que muestran que quizás funciona.
Pero tres meses después…
La organización no gubernamental Cochrane Collaboration publicó otro análisis, tras examinar 24 estudios sobre la prevención de infecciones del sistema urinario y las conclusiones eran distintas.
En todas las investigaciones participaron grupos de personas que tomaban algún tipo de producto de arándano, en jugo, cápsula o extracto, por al menos un mes.
Al analizar los resultados, los arándanos no resultaron ser más efectivos que tomar más agua, un placebo o incluso no hacer nada.
En el análisis, los autores aceptan que algunos estudios pequeños mostraron que tenía algún efecto, como el análisis anterior había encontrado, pero cuando sumaron los resultados del estudio más grande y reciente, el resultado fue diferente.
El estudio en cuestión dividía a 319 mujeres que habían sufrido recientemente de infecciones urinarias en dos grupos: la mitad tomó jugo de arándano dos veces al día durante seis meses; la otra mitad recibió un jugo placebo diseñado con un sabor y apariencia igual al del arándano y los cartones en los que venían los jugos de ambos grupos eran idénticos.
¿El resultado?
No hubo ninguna diferencia.
El análisis anterior había excluido este estudio porque los autores habían usado un umbral más bajo para definir una infección del tracto urinario, pero los autores del análisis posterior consideraron que era suficientemente importante como para tenerlo en cuenta.
Entonces, ¿en qué quedamos?
Es posible que el jugo de arándanos prevenga infecciones, pero si lo hace, parecería que el efecto es leve, en el mejor de los casos, y requiere de mucho compromiso. Para reducir un poco el riesgo de infecciones futuras, habría que tomarlo dos veces al día indefinidamente.
A mucha gente le parece muy difícil poner este consejo en práctica; el análisis de Cochrane apunta que hay un alto índice de abandono.
Pero se estima que una mujer que tiene la mala suerte de tener dos infecciones al año podría reducirlas a una vez al año, y para quienes sufren mucho de infecciones, podría valer la pena.
La alternativa son tabletas, pero la evidencia de su efectividad es escasa pues se han hecho pocos estudios.
Hablando del tratamiento, más que de la prevención, otro análisis de Cochrane buscó estudios relevantes pero encontró que no hay suficiente evidencia para sacar conclusiones firmes.
¿Y la experiencia empírica?
¿Y por qué entonces hay algunas mujeres convencidas de que funciona?
El problema es que, sin una prueba controlada, ni ellas ni nadie puede saber si se habrían mejorado en todo caso, o si habrían tenido otra vez cistitis ni cuándo.
El único tratamiento garantizado para las infecciones del tracto urinario es tomar antibióticos.
Ante el riesgo del aumento de la resistencia a antibióticos, un tratamiento alternativo para infecciones tan cotidianas sería muy bienvenido.
Pero por el momento, es imposible decir que el jugo de arándanos sea la solución.
BBC