¿Cuántas veces hemos percibido que alguien nos quiere hacer daño en la calle sin siquiera conocer a esa persona? El miedo, el terror que nos produce lo desconocido muchas veces es un problema para el libre desarrollo de nuestra vida en la sociedad.
Uno de los valores humanos más reconocido es la tolerancia y debería ser también el más respetado por todas y todos. La tolerancia guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o cosas que no nos son concebidas desde nuestras creencias.
Tus zapatos también me quedan
Aunque nos suene imponente la palabra soportar y algunas veces hasta la relacionamos con maltrato, es importante tener presente que esta palabra es sinónimo de tolerar, aceptar y convivir en paz. Tolerar se trata de un término que proviene de la palabra en latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.
Una forma de aprender a vivir aplicando estos conceptos a nuestra vida misma es poniéndonos en los zapatos de los demás. Ya que para tolerar, soportar o aceptar que existen personas, conciencias, cosas distintas a las que estamos acostumbradas o acostumbrados, tenemos siempre que estar dispuestas o dispuestos a conocerlas y hasta reconocerlas.
La aceptación de la diversidad de opinión, social, cultural, sexual y hasta religiosa es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y reconocer, siempre que no se atente contra los derechos fundamentales de otras personas.
Promover la paz siempre es necesario
La paz es requisito para el ejercicio de todos los derechos y deberes humanos. Entonces es nuestro deber, también promover acciones de paz enfocadas en el respeto y la tolerancia entre nosotras y nosotros. No es necesario mantenernos en silencio o tener una actitud sumisa ante lo que no nos gusta. Lo que si es necesario es que en nuestro país reine la paz y la mejor forma es comenzar fomentándola desde nuestros espacios.
Escuchar a nuestros hijos e hijas, hermanas o hermanos, amigas y amigos y respetar sin cambiar nuestros ideales. Evitar situaciones violentas donde el irrespeto y la intolerancia nos cieguen y nos saquen de control al punto de desconocer a nuestros seres queridos.
Necesitamos con urgencia un país repleto de mujeres y hombres que construyan la paz, que alcen la voz ante alguna ley injusta, ante una violación de sus derechos. Necesitamos un país donde la alegría, la igualdad, la solidaridad, esté presente en los espacios de convivencia de ciudadanas y ciudadanos.
La no violencia es garantía de vida
Uno de los principales problemas que tenemos en la actualidad es la violencia expandida en nuestra sociedad, producto tal vez de innumerables causas, algunas de estas son las condiciones estructurales que provocan hambre, miseria, exclusión y muerte. La violencia conlleva a la intolerancia y llama la falta de respeto ante las diferencias logrando así que se manifieste el uso irracional de la fuerza y la imposición, siendo los ataques y más que todo, las peleas parte de nuestra vida cotidiana.
Educar para ser promotoras y promotores de paz es una tarea formativa que nos compete a todas y todos no solo a las instituciones, las escuelas, las familias y las comunidades. Es nuestra responsabilidad ética, profesional, política y social.
Como propósito diario debemos transitar hacia una vida pacífica, digna, que nos permita luchar por lo que es justo y en donde los conflictos constituyan una posibilidad de enriquecimiento humano, donde se respete el ejercicio de nuestros derechos a la igualdad, a la no discriminación y la no violencia.
Apostar por el respeto
Las relaciones humanas se basan en el reconocimiento y respeto mutuo que facilita la convivencia y nos permite vivir en sociedad y es por esto, que respetar y ser respetado es primordial para lograr la paz.
De este modo, tengamos presente que construir un marco de convivencia y fortalecerlo es lograr ese compromiso de responsabilidad en nuestro trabajo, nuestra casa o nuestra comunidad.
La convivencia en la actualidad
El ritmo de la vida actual y las diversas tecnologías para comunicarnos han creado un doble efecto: por un lado, hemos aumentado la cantidad y diversidad de personas con las que nos relacionamos, pero por otro, la calidad de la relación entre las personas se ha hecho más superficial y distante.
La cotidianidad tiene como común denominador hoy en día la falta de tiempo. Las prisas y el estrés no son buenos aliados para la convivencia. La relación con nuestras vecinas y vecinos, en muchos casos, se limita a un buenos días o un buenas noches porque ahora ni en las tardes, las personas almorzamos en familia. También es evidente que la convivencia familiar se resiente del cansancio de la jornada laboral.
Tomémonos un tiempo para dejar el Skype, Facebook, Twitter, Watssap a un lado y compartamos en carne y hueso palabras, emociones y conversaciones. Merecemos este tratamiento especial para relacionarnos y hasta convivir en paz. Las nuevas formas de comunicaciones han llegado a unirnos más a las personas que están separadas de nosotros físicamente y desunirnos de quienes vemos a diario en nuestra cotidianidad.
Factores negativos para la convivencia
– Los prejuicios: Estos implican una mala predisposición de antemano a la convivencia, lo que nos hará tener una actitud negativa ante los demás dificultando enormemente la relación. El prejuicio va en contra del respeto que cada persona merece.
– La intransigencia: Convivir con los demás supone un esfuerzo en conseguir puntos de acuerdo. Para ello, todas y todos debemos ceder a menudo en nuestras posturas. Cuando alguien nunca está dispuesto a ceder, la convivencia no es posible, se podrá producir una relación de acatamiento o subordinación, pero nunca de auténtica convivencia.
– La falta de comunicación: por ahí dicen que «Hablando se entiende la gente» dicho popular muy acertado. Cuántas veces la falta de comunicación provoca situaciones difíciles en todos los ámbitos de nuestra vida, que podrían ser solucionadas con una simple conversación y un café.
Por: Gabriela Buada Blondell | @gabybuada