Esa red social de moda que escaló a pasos veloces entre las preferencias de los usuarios venezolanos para inmortalizar la cotidianeidad con fotos «artísticas», charlar con conocidos-familiares y llevar una bitácora diaria; facilita el rastreao y seguimiento de usuarios en pocos clics, así lo reseño Isaías Elías Blanco en El Universal.
Aunque «expertos» del uso y adopción de las redes sociales en Venezuela insistan que Instagram modificará los esquemas de comunicación interpersonal en los próximos años, hay que sentar cabeza y atinar que ese circuito propiedad de Facebook tiene considerables agujeros al resguardo del usuario si se aplican técnicas de «ingeniería social» y triangulación de contactos.
En ese sentido es clave destacar que aunque un usuario indique en las preferencias de la aplicación para teléfonos móviles que su perfil será «cerrado-visible solo para amistades», el sistema de interconexión de Instagram no oculta las fotografías en las que un individuo fue etiquetado por otros participantes, comentarios dejados en los perfiles de terceros. Peor aún es que cuando a otra «amistad» le «gusta» una fotografía; éste exhibe en su cuenta la instantánea que le agradó con detalles, cabellos y señales del propietario original.
Esas «pequeñas» peculiaridades significan gigantes oportunidades para que los amigos de lo ajeno, psicópatas, sociópatas e individuos con cualquier cantidad de complejos psicológicos puedan acosar a cualquier joven a través de esa red.
Leer artículo de Isaías Elías Blanco en El Universal.