Esos que el gobierno llama “viajeros felices”, después de raspar su cupo siguen tan pobres como antes, mientras que los de los “cupotes” del cogollo podrido se dan tremendo vidón
Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com. / @padronpaciano
Quince años acaba de cumplir el régimen que marcha sostenidamente hacia el comunismo, bajo el modelo castrista de Cuba. En década y media Venezuela es otra -y no para bien- ya casi no nos reconocemos como venezolanos defensores de lo nuestro, rebeldes ante la injusticia y la opresión. Ahora “morimos calla’os”, no levantamos la voz indignada ante la brutal pérdida de calidad de vida. El miedo nos domina, y el temor a perder lo poco que nos dejan o nos dan, nos lleva a un mudo silencio. Llegó la hora, ¿o es que nos vamos a calar quince años más de destrucción, violencia y muerte, sin protestar, sin ponerle freno al desenfreno de Maduro y sus cómplices? No calles, a la calle.
Este es un gobierno que no gobierna, que se excusa después de quince años completos en el poder, echando la culpa a la oposición y al imperialismo. Si no hay luz y agua es por saboteo de los opositores, los mismos que incendian las refinerías petroleras; si estamos padeciendo el más grave desabastecimiento que hayamos sufrido, -como en período de guerra- los culpables son los especuladores, quienes son también responsables de la falta de insumos en la industria farmacéutica. Hay que develar la verdad y manifestar contra el gobierno hambreador, que bajo el pretexto de una revolución que no se ve por ningún lado, pretende someternos al criterio único del régimen liderado desde La Habana.
Diosdado Cabello acaba de descubrir que hay contrabando de extracción en la frontera, lo descubre después de quince años y echa la culpa a empresarios “inescrupulosos”, sin decir quiénes son ellos, porque sabe que son de la boliburguesía. Tampoco dice que ese contrabando masivo de alimentos hacia Colombia es imposible que se produzca sin la complicidad de generales y altos oficiales de la Guardia Nacional, ya que no pasa en los hombros o bicicletas de los “bachaqueros”, sino en una caravana gigante de gandolas que transitan puntos fronterizos con protección oficial. De esto conozco bien, y lo he denunciado muchas veces.
Con una inmensa desfachatez Maduro y el gobierno pretenden hacernos ver que se acabaron los dólares, porque unos “raspacupos” -nombre despectivo que dan a los compatriotas que hacen uso de su derecho a las divisas que les pertenecen- son los culpables de la sequía de moneda fuerte. Esos que el gobierno llama “viajeros felices”, después de raspar su cupo siguen tan pobres como antes, mientras que los de los “cupotes” del cogollo podrido se dan tremendo vidón. Aparecen nuevos conteiner fruto de la corrupción, y el gobierno sin dar nombres echa la culpa a los empresarios, ocultando a quienes trajeron esos conteiner con dólares preferenciales y sin decir quiénes son los funcionarios del Seniat y de la G.N. que lo han permitido. Huele a Pudreval.
Minerven financió con Bs. 5 millones la campaña del PSUV, como está asentado en los libros de dicha empresa. La Fiscal Ortega Díaz ni ve ni oye. Las plantas de Sidor se paralizan por falta de cal y trabajan apenas con el 30% de su capacidad instalada. Este gobierno mata a las empresas básicas e hizo de PDVSA su caja chica.
Hemos hecho oposición a este régimen decadente y hemos escrito capítulos en el combate contra la opresión, se han librado batallas que hoy no pueden desconocerse, pero eso no ha sido suficiente y el gobierno avanza en la imposición del estatismo centralizador. Nos matan como perros, ya van 150 mil crímenes, y nos mantenemos callados; no hay alimentos ni medicinas, pero tampoco hay protestas firmes que hagan sentir la indignación de un pueblo que no quiere seguirse calando colas para comprar. Ya basta. Coordinemos la lucha bajo la consigna “Unidad y Calle”. Venezuela y el mundo deben saber que hay una nueva mayoría en este país que no quiere el continuismo. Que se escuche nuestra voz. No calles, a la calle.