Manifestaciones estudiantiles agitaron todo febrero a Venezuela, comenzando en las provincias y con climax el 12 de febrero en Caracas, cuando la mayor protesta desde que asumió el presidente Nicolás Maduro degeneró en incidentes con saldo de tres muertos, más de 60 heridos y decenas de detenidos.
El detonante de las marchas fue la inseguridad y los campus universitarios son los «puntos más críticos, con ataques armados, asaltos, violaciones, secuestros», explica a la AFP Daniel Martínez, presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas.
A ese reclamo se sumó primero el deterioro de las condiciones de vida por la inflación del 56% anual y una pertinaz escasez de alimentos y productos básicos, y luego el pedido de libertad de estudiantes detenidos en marchas.
El presidente Nicolás Maduro ha calificado a estas protestas como un «golpe de Estado en desarrollo» y sostiene que los estudiantes están infiltrados por grupos de ultraderecha ligados a la oposición.
«El movimiento estudiantil no está para tumbar gobiernos. Estamos dispuestos a instalar mesas de trabajo con el gobierno luego de la liberación de nuestros compañeros. Queremos dialogar para resolver nuestras demandas», sostiene Juan Requesens, dirigente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Desde hace dos semanas, un sector de la Mesa de Unidad Democrática (MUD, que aglutina a los partidos de oposición) impulsa con algunos grupos de estudiantes una táctica de protesta callejera permanente bajo el lema «La Salida».
Los inspiradores de esta táctica son el líder del partido Voluntad Popular, Leopoldo López (buscado por la justicia desde el jueves bajo cargos de homicidio e instigación a la violencia), el alcalde metropolitano de Caracas Antonio Ledezma y la diputada María Corina Machado, que goza de inmunidad.
Pero esa línea de acción ha generado reticencias incluso en el seno de la alianza opositora y su último candidato presidencial, Henrique Capriles, advirtió que «las condiciones no están dadas para presionar la salida del gobierno».
Jornada sangrienta
El miércoles al terminar la manifestación de estudiantes estallaron incidentes cuando radicales, algunos encapuchados, provocaron destrozos en locales de la Fiscalía General, en Caracas.
Eso fue el detonante para refriegas entre estudiantes, fuerzas antimotines y grupos con distintivos del oficialismo, que siguieron con focos aislados durante horas en distintos puntos de Caracas, dejando tres muertos y decenas de heridos y de detenidos.
«Los estudiantes tienen derecho a manifestar. Pero no hay derecho a que pequeños grupos infiltrados provoquen muerte y violencia», dijo este sábado el vicepresidente Jorge Arreaza, quien en declaraciones al canal estatal VTV dijo que los desmanes los generan no más de 500 0 600 revoltosos.
Fiesta Mexicana
Esta semana el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, señaló por nombre a algunos de los jóvenes que encabezan el movimiento como parte de un «táctica conspirativa para generar caos y violencia» y que habrían sido entrenados en México para realizar acciones violentas.
«Una de las más importantes reuniones que se hizo para preparar a esos grupos que estuvieron ayer actuando (…) se realizó en México y la bautizaron ‘fiesta mexicana'», agregó.
«Que Rodríguez Torres deje de mentir al mismo tiempo que habla de diálogo. Yo jamás he estado en México, basta de teorías conspirativas, este es un movimiento estudiantil que reclama sus derechos», replicó ante una consulta de la AFP Gabriela Arellano, de la universidad de Los Andes y señalada por el ministro.
El gobierno ha acusado también a los estudiantes por provocar el caos con cortes de avenidas y vías de comunicación, en especial en horas pico de actividad en Caracas, ciudad cuyo tráfico siempre es muy complejo.
«Sí, es cierto, las manifestaciones terminan en bloqueos callejeros, pero el movimiento estudiantil tiene distintas formas de expresarse cuando no lo quieren escuchar» justifica Requesens.
AFP