El gallardo Leopoldo López le pudiera decir a Maduro: “si así me quieres, entonces no me quieras tanto”, ya que no sólo lo mete en la cárcel sino que también en un gesto desinteresado le salva la vida ante una conspiración para matarle. Los niveles de asombro son de carácter exponencial
Ángel Rafael Lombardi Boscán
“El trastorno bipolar o trastorno afectivo bipolar es una psicosis maníaco-depresiva que se caracteriza por la alternancia de períodos de euforia y excitabilidad (manía) y períodos de depresión. El paso entre un estado y otro puede ser abrupto”.
Estos enfermos que nos gobiernan son “más peligrosos que mono con hojilla”. Y decimos esto porque basta escuchar los últimos discursos y ruedas de prensa del Presidente Maduro para percibir con preocupación que merece un tratamiento médico por parte de algún psiquiatra benefactor.
Al llamado de Paz y Amor revolucionarios se pasa abruptamente a la amenaza destemplada y grosera. Los opositores son tildados de fascistas, extrema derecha, de contrarrevolucionarios, de anti patriotas, de parásitos (la asertiva variante venezolana a los “gusanos” en Cuba), “sifrinitos”, burguesitos, loquitos, violentos y demás retahíla de improperios que nos hacen dudar de la cordura de quién hoy tiene la investidura presidencial.
Como buen discípulo del “Maestro de Sabaneta”, la amenaza está muy por encima de las actitudes dialogantes y el entendimiento. Además, se sigue alardeando que ellos son los primeros soldados de una revolución democrática que la realidad tercamente contradice, porque la arbitrariedad y el cinismo con que se conducen los jerarcas del régimen es consustancial a su naturaleza tiránica. Y si alguien tiene dudas sobre la supresión a la libertad de expresión en el país, puede hacer un repaso sobre la vergonzosa televisión venezolana y la brutal censura que práctica cuando se trata de cubrir las incidencias de los opositores al Gobierno de Maduro.
El gallardo Leopoldo López le pudiera decir a Maduro: “si así me quieres, entonces no me quieras tanto”, ya que no sólo lo mete en la cárcel sino que también en un gesto desinteresado le salva la vida ante una conspiración para matarle. Los niveles de asombro son de carácter exponencial.
Por otro lado, la opción represiva, por la que apostó Maduro en su relación con más de la mitad del país que le adversa es torpe y con atisbos trágicos para la inmensa mayoría de los venezolanos. La violencia de Estado en manos de unos irresponsables que manejan las leyes a su capricho nos condenan a una conflictividad cuyo desenlace nunca será bueno para el país.
La iracundia callejera, las manifestaciones de calle son en su mayoría espontaneas y cívicas. La ciudanía entiende que le están robando el futuro y destruyendo al país. Además, como dejó establecido Marco Tulio Cicerón, ya hace dos mil años: “El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”. Y el desprecio a las leyes y al Estado de Derecho por los chavistas es un atentado que hay que seguir combatiendo.