El gobierno venezolano instala este jueves una mesa de «pacificación» en San Cristóbal, cuna de las protestas que azotan el país desde hace un mes y que el chavismo, bajo la lupa de organizaciones multilaterales, denuncia como parte de un plan de invasión y golpe de estado.
El presidente Nicolás Maduro, en un discurso frente a la tumba de Hugo Chávez, acusó el miércoles a Panamá de tratar de «crear las condiciones para justificar una intervención militar» al promover una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que analice la situación por las protestas.
En un intento por frenar las protestas que han dejado 20 muertos, casi 300 heridos y decenas de denuncias de violaciones a los derechos humanos, el vicepresidente Jorge Arreaza instala este jueves una mesa de diálogo en San Cristóbal, en la frontera con Colombia.
Esta es la primera mesa de diálogo regional, luego de la apertura de una nacional en Caracas por Maduro y que fue boicoteada por los estudiantes y la variopinta alianza opositora Mesa de Unidad Democrática, liderada por Henrique Capriles, derrotado en la presidencial de abril con 49% de sufragios.
Este jueves, mientras en Washington la OEA se aprestaba a analizar el caso venezolano, el este de Caracas –feudo del antichavismo– era un caos de circulación, con muchas avenidas principales y calles internas cortadas por barricadas montadas durante la noche por opositores, constataron periodistas de la AFP.
Las barricadas eran el saldo de los incidentes de la noche cuando unos 300 efectivos de la Guardia Nacional, acompañados por seis blindados antimotines, dispersaron con gases lacrimógenos y perdigones a manifestantes e incluso arrojaron gases contra viviendas.
La Guardia Nacional lanzó «bombas lacrimógenas dentro de los departamentos (…) tenemos psicólogos que están atendiendo a vecinos traumatizados. Todos los días hay centenares de niños, ancianos y mascotas, afectados por los gases», dijo este jueves el alcalde de Chacao, el opositor Ramón Muchacho.
Enemigos por doquier
Venezuela es escenario, desde el 4 de febrero, de manifestaciones de estudiantes y opositores que han dejado al menos 18 muertos, casi 300 heridos y decenas de denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.
Las manifestaciones comenzaron con una protesta estudiantil en San Cristóbal, luego de un intento de violación en un campus universitario.
Las marchas, a las que se sumaron sectores radicales de la oposición que piden la renuncia del gobierno electo hace 11 meses, se extendieron a todo el país denunciando altísimas tasas de homicidio, inflación y recurrente escasez de bienes básicos.
El gobierno sostiene que las protestas son parte de un golpe de estado en desarrollo a cargo de lo que define como grupos fascistas, con participación de Estados Unidos y sectores de Colombia.
Maduro incluyó ayer entre los autores al gobierno panameño por haber convocado la reunión de la OEA, con lo que dijo se busca justificar una invasión.
«No hemos solicitado ninguna comisión de la OEA, no vamos aceptar ninguna solicitud en el campo del consejo permanente, (…) pero si lograra autodenominarse una delegación de la OEA para venir a Venezuela, tendría que entrar clandestinamente a Venezuela, porque a Venezuela no la pisa ninguna delegación de la OEA», sentenció.
«La OEA déjenla por allá donde está, en Washington se ve bien bonita, bien lejos de nosotros, porque nuestro camino es el Sur, es la Celac, la Unasur, el Alba, ese es nuestro camino. Fuera la OEA por ahora y para siempre», afirmó el mandatario.
La acusación a Panamá y la ruptura de relaciones diplomáticas ocurrieron poco después de un gigantesco desfile militar con el cual la Revolución Bolivariana exhibió sus músculos, un poderío financiado con millardos de petrodólares del país que cuenta con las mayores reservas mundiales de crudo.
Blindados rusos, cazas supersónicos, misiles de última generación, tropas femeninas de asalto, regimientos paracaidistas, batallones de francotiradores, columnas de tropas antimotines para control de manifestaciones: el gobierno homenajeó el miércoles a su fallecido Comandante Supremo Hugo Chávez y envió un mensaje a quienes, afirma, buscan derrocarlo desde adentro y desde afuera.
AFP