Miguel Pérez Abad
El mercado negro de divisas, a pesar de que se mantiene indomable, ya dio sus primeras muestras de que no es infalible. Es duro de roer, pero no imposible. Puede ser maleable y la semana pasada se demostró que puede reaccionar a políticas cambiarias agresivas como el Sicad 2.
No obstante, una condición para golpear este enemigo (el dólar negro) de la economía venezolana y de la paz de la nación, es que la cantidad y frecuencia de la oferta del Sicad 2 sea suficiente para saciar las necesidades reales de los sectores productivos del país.
En el camino del desarrollo del Sicad 2 será necesario ir enderezando las cargas, realizando algunos ajustes que satisfagan los requerimientos que exige un país con alto poder adquisitivo y con un patrón de compra excesivo del venezolano, para evitar quedarse sin algunos productos de la cesta básica, por los brotes de desabastecimiento.
Aprovechar la bajadita, aunque sea momentánea, que ha registrado el dólar negro, puede ser un impulso para que siga bajando. Los mercados financieros, incluyendo los de divisas, tienden a ser muy susceptibles y en lo que reciben la primera señal de que ya la burbuja puede explotar, empiezan a desprenderse de activos en divisas (en este caso el dólar).
Esto a su vez, incide en una nueva disminución y así sucesivamente, porque se empiezan a ofertar más dólares. Claro está, este fenómeno es predecible mientras que el Sicad 2 pueda satisfacer por lo menos las necesidades reales de la economía, en tanto que los tenedores de divisas en el mercado negro se verán obligados a venderlos más baratos para poder cerrar ventas. De seguro, el mercado negro seguirá existiendo por un buen tiempo, pero es posible prever su disminución, con la respectiva baja en la presión inflacionaria.
Nuestro sector, la pequeña y mediana industria, representada en Fedeindustria, acusa un nivel de inventario crítico, en promedio alcanzan para 45 días, lo que representa un tercio de lo normal. Y esto, en parte obedece a la estrechez de la cantidad de divisas oficiales provenientes del Estado, que aunque la PyME no sea importadora directa, depende de las importaciones que hacen niveles superiores en la cadena productiva.
Sin embargo, con el Sicad 2, se empieza a ver una luz al final del túnel, se reactivan las esperanzas. Este sistema, si se enriquece con la participación de todos los actores, entiéndase Gobierno, productores, gremios, especialistas y universidades, va a convertirse en una poderosa herramienta para sumarse a todas las acciones que se adelantan desde el Ejecutivo Nacional para combatir la especulación y el desabastecimiento.