Docentes del colegio Nuestra Señora de Agua Santa, ubicado en la Cortada de Catia, trancaron este viernes la avenida principal de Gramoven, a las puertas de esa institución, para exigir justicia por la muerte de Deivison Gabriel Torrevilla Sanabria, de 17 años de edad, vecino e hijo de los encargados de la cantina escolar.
A las 9:00 de la noche del jueves, Torrevilla salió de su casa que se encuentra una vivienda de por medio al colegio y se cuando cruzaba la calle para realizar una llamada telefónica desde el celular de un amigo que tiene plan de datos, recibió un tiro en el costado.
Destrozada y apoyada de la mano de sus familiares, Gloria Sanabria salió de la vivienda este viernes para declarar ante la prensa como se produjo la muerte del adolescente. “El Salió y en 5 minutos, llegó un motorizado que venía a matar a uno de un colectivo, le cayeron a tiros pero una bala pegó del piso y le dio a mi hijo”, contó mientras lloraba.
A su lado, vecinos y algunos parientes apoyaban el clamor de la madre. Dijeron que los asesinos eran dos hombres que iban a bordo de una moto. En efecto venía siguiendo a un presunto delincuente que corrió en la misma dirección que Deivison Torrevilla quien quedó atrapado en la línea de fuego.
Los testigos aseguran que el presunto antisocial también cayó sobre el asfalto gravemente herido pero no saben quien lo auxilió para llevarlo al hospital. Al adolescente lo alzó su padre, quien desde la vivienda logró ver cuando los motorizados dispararon, pero al salir encontró a su muchacho tendido en la calle.
Lo llevaron hasta el hospital Periférico de Catia pero el joven murió. Deivison Torrevilla era recreador del Ministerio de la Cultura, se graduó de bachiller el año pasado en el Instituto Náutico Luz Bolivariana, ubicado en el kilómetro 4 de El Junquito y el próximo 26 de marzo comenzaba sus estudios en Ingeniería, en la Universidad Marítima del Caribe, en el estado Vargas.
Sus padres, atendían en el escuela la cantina donde preparaban toda la comida para la venta de los alumnos de primaria y Educación Media. “Mi hijo no era delincuente. El era mi orgullo y seguirá siendo mi orgullo. Tengan en cuenta que así como muere mi hijo mueren muchos. Mi hijo no tenía problemas con nadie, mi hijo era un niño sano”, expresó su madre.
Eloy Rivas, vecino de Gramoven, contó que el Torrevilla era bailarín de danza folklórica y que además de recibir clases en su academia, colaboraba con los eventos organizados por el colegio para los niños.
Las maestras del colegio Agua Santa, hicieron una cadena humana en la calle principal de Gramoven para gritar “justicia”. En sus cuerpos colocaron carteles manuscritos con marcadores, en los que resaltaban mensajes de condena ante el asesinato y llamando a la reflexión a la comunidad.
Maibeth Ordaz, coordinadora estudiantil del colegio manifestó que la medida de protesta que iniciaron los educadores era para que se resaltara y dejara en evidencia que el muchacho “tenía una integridad físico y socioemocional excelente. Tenemos otros jóvenes en esta comunidad que no queremos que pasen por esto. Solo pedimos seguridad para acabar con esta inseguridad”, dijo.
AA