Quienes dirigen cuerpos de seguridad deben estar muy atentos a las actuaciones de sus subordinados por cuanto establecer un patrón de actuación que se identifique con violación sistemática de Derechos Humanos, los puede colocar en una posición muy comprometedora con unas consecuencias muy graves de afrontar
El mes de enfrentamientos entre civiles y cuerpos de seguridad del Estado marcará un futuro complicado en la legitimidad de la autoridad frente a los ciudadanos.
Las muestras de desprecio hacia cuerpos de seguridad y orden público son visibles y pareciera además que van creciendo exponencialmente, lo que sumará más rechazo e irrespeto del que hay hasta ahora por razones de corrupción, según encuestas de victimización recientes.
Nada más peligroso para una sociedad que la inexistencia de respeto o de temor a la autoridad, porque en definitiva frente a esa figura de poder no existirá ningún tipo de inhibición del ciudadano. Esto producirá un trabajo adicional, para quienes ejercen funciones políticas en el mediano y corto plazo. Recomponer la credibilidad de un cuerpo de seguridad puede ser un trabajo difícil y en ocasiones imposibles, como ejemplo el caso de la tropa élite de la Policía Militar de Brasil, o el de la Policía Metropolitana en Venezuela.
Respeto a Derechos Humanos es clave
La documentación sobre abusos y excesos policiales debe ser cuidadosa y exhaustiva, no todo es un exceso, ni tampoco todo está justificado. El marco de la actuación de cuerpos de seguridad no sólo tiene una normativa interna, sino toda una plataforma internacional vinculada con los Derechos Humanos que produce estándares de actuación que son imposibles de alterar, por lo menos ante la justicia internacional, además imprescriptible.
Quienes dirigen cuerpos de seguridad deben estar muy atentos a las actuaciones de sus subordinados por cuanto establecer un patrón de actuación que se identifique con violación sistemática de Derechos Humanos, los puede colocar en una posición muy comprometedora con unas consecuencias muy graves de afrontar. Es por ello que las cabezas de cualquier cuerpo de seguridad, nacional, estadal o municipal, son los obligados y comprometidos a exigir respeto y proporcionalidad en la acción de sus subordinados, quienes no pueden colocar como excusa el obrar bajo órdenes superiores.
Todos deben rendir cuentas ante la justicia
Hay que especificar que las policías municipales son policías preventivas no pueden, ni deben, actuar en control de manifestaciones y orden público, función otorgada en exclusiva a la Policía Nacional Bolivariana y a la Guardia Nacional, eso nos ayuda a ir diferenciando quiénes, cuándo y cómo se debe actuar para afrontar los hechos irregulares de manifestantes violentos que con objetos contundentes e incendiarios atacan en vías públicas de algunos de nuestros municipios.
Atacar edificios no implicados en conflictos, usar gases tóxicos prohibidos en normas internacionales, excederse en el uso de los implementos y armas autorizadas para el control de conflictos es totalmente demostrable y posible de documentar con la recolección de evidencias en los sitios de suceso y como consecuencia de ello la individualización de los responsables, pero sobre todo de quienes son cabezas en voz de mando y comando de esos grupos.
Ciertamente no es posible dejar que ciudadanos en francas actividades delictivas abusen y salgan del ámbito de la manifestación pacífica a entrar en la violencia que se convierte en delitos previstos y sancionados en el Código Penal. Todo aquél que incendie, agreda, lance objetos contundentes, dispare, destruya propiedad pública o privada o en definitiva, cometa actos vandálicos debe ser enjuiciado y sancionado en cumplimiento del debido proceso. Ahora bien, un funcionario policial que en el ejercicio de sus funciones se exceda de los límites y estándares de respeto de los Derechos Humanos debe de igual forma ser sancionado.
Hay que deslindarse de la violencia
Quienes son las máximas autoridades ejecutivas en los distintos niveles de la administración pública deben ser los primeros interesados en que los policías actúen en el marco de la legalidad, de no repudiar de manera directa estas actuaciones abusivas serán sin duda con sólo cómplices sino copartícipes de cualquier delito o acción que se impute al cuerpo de seguridad de que se trate.
Aupar a un cuerpo de seguridad sin instarlo a respetar derechos humanos y a utilizar proporcionadamente la fuerza y las armas es delicado, todo lo que se diga es registrado y será utilizado para acciones futuras. Por esto es tan importante deslindarse de la violencia, llamar a la cordura y al estricto cumplimiento de la ley.
Las cartas están echadas
Solo aquellos que cumplan con sus funciones y hagan que se respete la ley de los hombres podrán ser absueltos moralmente de esto. Sino hay respuestas que pongan cada cosa en su lugar será inevitable el linchamiento emocional de las instituciones del Estado por parte de los ciudadanos. Si hallamos justicia oportuna y conseguimos que las instituciones respondan de manera adecuada sancionado los abusos de manera concreta y puntual no estaremos condenando a los cuerpos de seguridad a ser no sólo odiados sino irrespetados, produciéndose una anomia peligrosa y preocupantemente irreversible.
Las cartas están echadas.
Un disfrute morboso
Siento que el juego que se abre en ciertos territorios de la Capital a partir de las 5 de la tarde es poco comprensible. Ya parece una convocatoria de partes a un juego de confrontación donde cada uno se olvida de sus roles y asume posiciones primitivas sólo dirigidas por la adrenalina de agredir, perseguir, y triunfar sobre el adversario. Presiento que para algunos, tanto civiles, como uniformados hay un disfrute morboso en esta confrontación que me recuerda a mis clases de siquiatría criminal cuando nos enseñaban que la adrenalina que empuja al delincuente a sus peores actos delictivos es más que cualquier droga que el sujeto necesita y busca como parte de su subsistencia.
No puedo asumir como cierto que no haya labores de inteligencia y contrainteligencia, que permitan descubrir quienes están detrás de los sujetos violentos que cada tarde provocan con intención las confrontaciones con la Guardia Nacional. No poder controlar con la presencia de tantos entes de seguridad y orden público a un grupo de agresores pone en desventaja a las autoridades y las hace lucir no sólo débiles sino ineficientes. ¿De dónde salen tantos agresores? ¿Por qué se concentran a la misma hora? Hay una convocatoria espontánea? De dónde sale la logística? ¿Son respuestas importantes de responder para hacer cesar la violencia.
Así mismo alguien debe responder ¿quiénes ordenan disparar contra los edificios?, ¿quiénes deciden la cantidad del gas que sobre pasa cualquier posibilidad de ser proporcional? ¿Quién está decidiendo la cantidad de vehículos y funcionarios utilizados para el control de estos hechos?
Los únicos llamados a dar una respuesta real son los entes del sistema de justicia
Para que te defiendas
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez