Brian Fincheltub
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@Brianfincheltub
Hace más de 20 años un grupo de oficiales sublevados atentó contra las instituciones del país a través de las armas, los tanques de guerra y la barbarie pura. En ese momento de convulsión y agotamiento de las estructuras tradicionales de poder muchos se pusieron del lado de los golpistas, los justificaron y convirtieron en un acto de heroísmo al mayor acto de cobardía de la historia republicana de nuestro país. Un golpe fracasado que tuvo como objetivo principal atentar contra la vida del para entonces presidente y su familia. El libro “La rebelión de los náufragos” de la escritora Mirtha Rivero relata muy bien el ataque a La Casona, la residencia presidencial, por parte de las tropas golpistas, quienes dispararon morteros mientras allí solo se encontraban la esposa e hijas del presidente.
Fue el primer intentó de los golpistas por destruir el sistema democrático de nuestro país, un sistema que aunque estaba plagado de errores, les dio garantías no solo para salir de la cárcel, sino para incorporarse a la política tras haber tomado las armas contra el Estado. Quienes en su momento se vistieron de verde para atentar contra la democracia llegaron al poder vestidos de rojo y con un discurso suavizado que logró incluso calar en sectores de la clase media y el empresariado.
Era difícil al inicio vislumbrar sus planes, parecía que hasta le ofrecían al país una democracia con instituciones más solidas y una constitución de vanguardia que tenía entre sus lemas principales ser el texto “más avanzado en el respeto a los DDHH”. Los golpistas se habían disfrazado de ovejas para avanzar en su proyecto de destrucción de la democracia que años atrás no habían podido materializar a través de las armas.
15 años después han prácticamente logrado su objetivo, decimos prácticamente porque mientras haya millones de venezolanos decididos a defender sus convicciones hasta con la vida no podrán avanzar más. Los golpistas está semana demostraron que su proyecto militar no comulga con la voluntad de los electores y así lo demostraron con el encarcelamiento de dos alcaldes y la persecución contra diputados de la Unidad.
Se quedan pues sin su carta propagandística más importante: “En Venezuela hay democracia porque hay elecciones”. Los hechos hablan por sí solos, alcaldes electos con más de 60% de respaldo son despojados de sus investiduras y hechos presos en juicios express. No tienen nada que decir, siguen siendo golpistas. Golpistas ayer, golpistas siempre.