Las protestas registradas hasta ahora en Venezuela son solo la primera ola de un tsunami de agitación social que se abalanza sobre el régimen de Nicolás Maduro, y cuya intensidad irá en aumento de la mano con el caos económico que apenas comienza en el país petrolero, dijeron analistas.
Expertos consultados dijeron que el colapso del modelo chavista, que ya no cuenta con los petrodólares necesarios para mantener una falsa sensación de bienestar, inevitablemente llevará a los sectores de menos recursos a sumarse a las jornadas de protestas, incluso cuando muchos de sus integrantes no lleguen a sentir simpatías por la tradicional dirigencia de la oposición.
“Las protestas que estamos viendo son solo la primera ola de un mar de fondo de mucho descontento y agitación social”, advirtió desde Londres Diego Moya Ocampos, analista para América Latina de IHS Country Risk.
“Venezuela está entrando en dos años de recesión económica, dos años de hiperinflación, dos años de una severa escasez de productos, y dos años en los cuales no van a haber elecciones. Los próximos dos años van a tener por norma las protestas de calle”, aseguró.
Esas protestas continuarán erosionado la base que sostiene a lo que en esencia es un presidente débil que no ha encontrado más herramientas a su disposición frente al descontento que emprender una salvaje represión contra la población.
Según las últimas encuestas realizadas en el país, cerca de un 70 por ciento de los venezolanos considera que la situación económica es mala, con un 43.9 por ciento describiéndola de “pésima”.
Esos números contrastan con un 10.1 por ciento que cree que es buena y un 1.3 por ciento que la considera “muy buena”.
Adicionalmente, un 70.9 por ciento de los venezolanos desaprueba la gestión económica de Maduro, con un 35 por ciento de ellos dándole “0” en la escala del uno al diez y un 86.9 por ciento describiendo la situación económica como “grave”.
Pero la crisis económica que desde ya está sacudiendo los cimientos del régimen Maduro apenas está en pañales, ante un previsible colapso del sector privado que pronto podría llevar a miles de empresas a cerrar sus puertas, incrementado el desempleo y la escasez de productos y multiplicando el descontento.
“El sector privado está en crisis y ya no tiene un horizonte a largo plazo más allá de 30 días”, dijo Víctor Maldonado, director de la Cámara de Comercio de Caracas (Consecomercio).
“Lo que enfrentan las empresas es una situación insostenible. Si no hay un viraje radical de la conducción económica del país, que está asociada a su conducción política, los empresarios del país vamos a perder todos nuestros activos productivos”, agregó.
Según Maldonado, las empresas venezolanas han comenzado a cerrar sus puertas debido al incumplimiento del gobierno nacional en la otorgación de divisas que necesitan para continuar operando.
Muchas de ellas han entrado en incumplimiento y han perdido sus líneas de créditos en el exterior debido a que el régimen no ha otorgado las divisas que autorizaron en transacciones anteriores.
Es una situación que está limitando drásticamente la capacidad de importar del sector privado, en un país que se ha vuelto excesivamente dependiente de las importaciones para surtir las tiendas del país.
Pero las pocas empresas que siguen produciendo en Venezuela, las sobrevivientes de más de 14 años de políticas hostiles contra el sector privado, ahora están a punto de cerrar sus puertas porque no tienen los dólares para adquirir en el exterior los insumos que necesitan, explicó Pedro Palma, ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela.
“Cada vez se ve más evidente la imposibilidad de seguir produciendo y de seguir en actividades normales de empresas, que no han estado recibiendo las divisas para pagar las deudas que tienen con sus proveedores”, dijo Palma.
“Esta es una situación insostenible”, enfatizó antes de advertir que la escasez de productos, que actualmente mantiene a los venezolanos pasar horas todos los días haciendo fila en los supermercados, va a empeorar.
Según un reciente informe elaborado por la firma Datanalisis, la escasez de productos de primera necesidad se ubica a niveles cercanos al 47 por ciento.
Pero esa tasa podría dispararse a un 70 por ciento en las próximas semanas, en vista de que las importaciones que debían haberse hecho en febrero para comenzar a reponer en abril los anaqueles vacíos de hoy no fueron realizadas por falta de dólares.
Tampoco fueron realizadas este mes y la escasez de dólares está llevando a muchos a pensar que tampoco podrán realizarse el mes que viene, lo que augura un segundo trimestre de intensa penuria, dijeron los economistas.
Pero es una situación que se vería agravada si las empresas comienzan a cerrar sus puertas y despedir personal, dijo el ex viceministro de Finanzas, David Morán.
“En este momento tenemos más de 100 empresas grandes y medianas que están a pocas semanas de paralizar sus operaciones”, dijo Morán.
La situación quedó ilustrada la semana pasada con el anuncio realizado por Empresas Polar, el mayor grupo agroindustrial del país, que notificó que estaba cerrando sus plantas de enlatado en el estado Lara debido a la falta de insumos.
“Polar es una de las empresas mejor integradas, mejor administradas y que cuenta con una de las mayores capacidades de conseguir financiamiento en el país”, resaltó Morán. “Si polar está en esta situación, eso significa que las demás empresas del país están en una situación aún peor”.
La actual situación, de continuar por el resto del año, podría significar que el país sudamericano está en las puertas de una Gran Depresión, y no la recesión que hasta el momento ha sido pronosticada de una contracción de uno o dos puntos del PIB.
Aunque ha sido perseguido y sometido a intensos maltratos a lo largo de los últimos años del chavismo, el sector privado sigue representando cerca del 60 por ciento de la economía nacional.
Pero todo eso podría cambiar este año, advirtió Morán.
“A 12 meses, si no hay un cambio radical en la conducción económica del gobierno, el sector privado podría quedar reducido a un 25 por ciento del PIB”, comentó.
Eso se traduciría en el despido masivo de cientos de miles de empleados y una brutal contracción de la actividad económica, explicó.
“De lo que estamos hablando aquí es de una debacle de proporciones nunca antes vistas en la historia reciente del país. Estamos hablando de un proceso de exterminio de la oferta privada”, advirtió.