Bien lo dijo el capitán de la Vinotinto absoluta, Juan Arango, en su twuit a las chicas de la Sub-17 luego del partido perdido ante Japón, que remitió a las venezolanas a la lucha por el tercer lugar: “las buenas historias no tienen final, porque ustedes son nuestras campeonas”.
El de semifinales fue un resultado lógico. Con más “horas de vuelo”, las niponas se mostraron como un equipo superior, al margen de cualquier descuido que haya contribuido al abierto marcador de 4-1. Veloces, hábiles para trasladar el balón y llegar en bloque hasta el área nacional, tanto como para el repliegue y caer siempre al 2 o 3 contra 1 a las atacantes criollas, dominaron el partido y su triunfo fue inobjetable.
La Vinotinto luchó y buscó los contragolpes, pero no fue suficiene ante las previsiones de la defensa adversaria. No obstante, el esfuerzo, la entrega, fue patente hasta el último minuto y fruto de todo ello el gol, ya en el alargue: una muy buena combinación entre Gabriela García y Denys Castellanos -dos figuras resaltantes- que culminó la segunda con perfecto frentazo para que el balón, por primera vez en el campeonato, hiciera contacto con la red japonesa.
Queda la opción por el tercer lugar, que será disputado el viernes con Italia, once al cual las criollas vencieron 1-0 en cuartos. Trajín que exigirá de nuevo gran despliegue de energia y recursos técnico-tácticos, pero independientemente del cual la Vinotinto Sub-17 ya ha marcado un hito para el fútbol y el continente. No en balde ha sido el primer equipo de Conmebol en llegar a instancia semifinal en mundiales de esa categoría, máximo logro además del fútbol venezolano en cualquiera de ellas.
Y, en lo individual Castellanos, que ha marcado en todos los partidos -de por si harto significativo- a buscar una diana más en la despedida ante Italia, que fue vencida en la semifinal por España. Otro galardón, de paso, para el exitoso balompie ibérico, desde hace un lustro a la cabeza de la disciplina en el ámbito universal.