Es uno de los símbolos de Francia y el faro que alumbra a París. La torre Eiffel cumplió 125 años y por ella no parecen pasar los años, porque siete millones de personas la visitan anualmente y tiene por todo el mundo un buen número de imitadores…
Creada para permanecer en pie 20 años, la parisina torre Eiffel cumplió 125 convertida en el símbolo de la ciudad de la luz. Ideada por Gustave Eiffel, fue su aportación para la Exposición Universal de 1889 que conmemoraba el primer centenario de la Revolución Francesa.
Su construcción duró 2 años, 2 meses y 5 días y fue una auténtica proeza técnica y arquitectónica y no fue desmontada gracias a su altura y sus aportes en el campo de las telecomunicaciones, ya que sirvió para realizar las primeras transmisiones telegráficas y, posteriormente, como puesto de radio militar y para la televisión, según indican en su página oficial.
Fue inaugurada el día 31 de marzo de 1889 por el presidente de la República, Sadi Carnot, siendo por entonces la torre más alta del mundo con sus 276 metros de altura. En la actualidad, si incluimos las antenas, llega hasta los 324 metros y, según datos de los responsables de la torre, acuden a visitarla cerca de siete millones de personas todos los años.
Conocida como ‘la dama de hierro’, tiene un peso de 7.300 toneladas de estructura metálica y un peso total de 10.100 toneladas, que lo conforman 18.000 piezas metálicas, unidas por 2.500.000 remaches.
La torre francesa es uno de los monumentos más conocidos del mundo, pero también de los más imitados. La primera réplica surgió en el norte de Inglaterra, concretamente en Lancashire, donde construyeron en 1894 la denominada torre de Blackpool, que tiene una altura de 158 metros.
En Estados Unidos está ubicada la más alta y más conocida de las imitaciones, en Las Vegas, que tiene 165 metros; y en dos localidades denominadas como la capital francesa, París, en Tennessee y Texas, también levantaron reproducciones.
Pero muchos más han sido los países donde se han colocado torres similares. En Praga existe una de 60 metros de altura; en Tokio otra, pintada de rojo y blanco, con 333 metros; en China hay dos, una en Shenzhen y otra en Tianducheng. Esta última está realizada a escala de un tercio de la original y pesa más de 1.000 toneladas. Pero también las podemos encontrar en Parizh (Rusia), o en Slobozia, Rumanía.
Pero este símbolo de París y de toda Francia no es solo una estructura metálica, sino también fuente de inspiración de artistas de todo tipo y una especie de faro universal de los grandes acontecimientos que acontecen en el país y en el mundo entero.
La han utilizado en sus obras pintores como Chagall, Seurat, Signac o Utrillo; escritores como Vicente Huidobro o Louis Aragon; músicos como Charles Aznavour o Georges Brassens y cineastas de todo el mundo, por lo que la torre aparece en películas de realizadores tan diversos que van desde como Louis LumiÍre a Ernst Lubitsch.
Para ello es capaz de engalanarse con su especial alumbrado: 336 proyectores (lámparas de sodio) y sus destellos de luz que lo consiguen 20.000 bombillas (5.000 por cara), que proyectan sus luces durante 5 minutos cada hora, desde el atardecer hasta la una de la mañana.
El genial arquitecto
Gustave Eiffel (1832-1923) fue el arquitecto que concibió la torre junto con Émile Nouguier y Maurice Koechlin a cuyo diseño final se añadieron varios detalles del arquitecto Stephen Sauverstre.
Natural de Dijon, al este de Francia, había diseñado la Estación de Pest en Hungría, la cúpula del observatorio de Niza y la estructura interna de la Estatua de la Libertad, antes de levantar la torre parisina.
Experto en las construcciones de hierro, Eiffel había hecho de los puentes -y en concreto de aquellos por los que transitaban los ferrocarriles- su seña de identidad arquitectónica.
Después de haber finalizado la ‘dama de hierro’, el arquitecto se comprometió a diseñar las esclusas del Canal de Panamá, una empresa que terminó con un escándalo financiero y con la cesión de los derechos de la sociedad francesa que los detentaba a Estados Unidos, artífice final de la ambiciosa obra.
Este último gran proyecto de Eiffel, que laceró el honor del arquitecto, le retira del mundo de los negocios, a pesar de que la Justicia terminó por considerar los hechos como prescritos.
Además de las citadas, entre sus obras más célebres destacan la estación de autobuses de La Paz, la Iglesia de Santa Bárbara de Santa Rosalía (México), el puente metálico de Gerona (España), el puente Maria Pia del Duero en Oporto (Portugal) o el puente sobre el río de los Perfumes de Hue (Vietnam).