Más de 2.000 soldados irrumpieron este sábado en una favela de Río de Janeiro con vehículos blindados de transporte de personal en un intento por reforzar la seguridad dos meses antes del comienzo de la Copa Mundial.
Al amanecer, los soldados fuertemente armados entraron en la vasta favela Mare, que durante décadas había sido controlada por bandas de narcotraficantes.
La ocupación de Mare, que ha estado controlada por dos bandas de narcos rivales y una milicia integrada por personal de seguridad, comenzó la semana pasada cuando más de mil policías e infantes de marina entraron en la favela. No se efectuaron disparos en la primera fase de la ocupación.
El complejo que integra 15 barriadas misérrimas abarca unos 10 kilómetros cuadrados (4 millas cuadradas) en el norte de Río y está situado estratégicamente junto a la carretera principal al aeropuerto internacional. En él viven unas 130.000 personas.
La ocupación es parte de la estrategia de «fuerza policial de pacificación» destinada a ocupar algunas de las más de mil favelas de Río antes de la Copa Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Los 2.050 soldados del ejército, 450 infantes de marina y 200 policías que ingresaron en el complejo de Mare presumiblemente se quedarán allí hasta fines de julio, cuando cederán el control a la policía, según el ministerio de defensa.
El general del ejército Rolando Lundgren dijo recientemente a la prensa que los soldados podrían permanecer allí durante un período más prolongado si el gobernador estatal y la presidenta Dilma Rouseff lo requieren. La presidenta solicitó el uso de la fuerza para tomar la favela.
Los soldados patrullarán la favela y «han sido autorizados a revisar y arrestar gente», dijo Lundgren, según un portal en internet de la red Globo de televisión.
Las fuerzas de seguridad establecerán un puesto permanente en Mare. La policía ha instalado 37 puestos similares según el programa de pacificación, que comenzó en 2008 y hasta ahora ha llevado presencia policial a un millón y medio de personas.
En los últimos meses, el programa ha sido atacado por los jefes narcos que otrora controlaban las favelas, donde la policía no entraba más que en incursiones ocasionales. Según un vocero de las fuerzas de pacificación, cuatro policías de la fuerza han muerto desde comienzos de año en una serie de ataques. Con cada ocupación policial, las bandas pierden valioso territorio para la producción y venta de drogas.
La presencia policial ha mejorado la seguridad y han disminuido los tiroteos que solían repetirse, pero muchos residentes se quejan de que la policía actúa con mano dura.