Lee Joon-Seok y dos miembros de su tripulación fueron arrestados el sábado de madrugada y deberán responder de las acusaciones de negligencia y fallos en la seguridad de los pasajeros, en violación del código marítimo.
Este hombre de 69 años, ha sido muy criticado por haber abandonado el barco que se hundía el miércoles de mañana frente a la costa meridional de Corea del Sur, mientras cientos de personas, en su mayoría adolescentes en viaje escolar, permanecían atrapadas a bordo.
El último balance, de la noche del viernes, señala 29 muertos y 273 desaparecidos.
Los submarinistas, que desde hace tres días luchan contra fuertes corrientes y mar agitado, lograron finalmente entrar a la zona de pasajeros, que está totalmente sumergida.
«Los buzos vieron tres cadáveres a través de una ventana», anunció Choi Sang-Hwan, subdirector de los guardacostas. «Trataron de recuperarlos rompiendo el vidrio, pero era demasiado difícil», agregó durante una reunión con los familiares de los desaparecidos.
Muchos de los 500 submarinistas que trabajan en la zona de la catástrofe son voluntarios civiles.
Evitar que los cadáveres sean arrastrados
Se instalarán redes alrededor del «Sewol» para impedir que los cuerpos se alejen, agregó el responsable de los guardacostas, quien todavía tenía esperanzas de encontrar supervivientes.
El capitán y dos tripulantes fueron filmados por las cámaras de televisión en la comisaría de Jindo, la isla vecina al lugar de la tragedia.
Este hombre trató de explicar los motivos de su decisión de postergar la evacuación después de la inmovilización del barco debido a un choque.
Las 476 personas que se encontraban a bordo recibieron la orden de no moverse de su asiento, durante más de 40 minutos, según los testimonios de los supervivientes.
Cuando el transbordador comenzó a hundirse era demasiado tarde, pues los pasajeros no lograban trepar a lo largo de los corredores inclinados mientras entraba el agua.
«En ese momento (durante los 40 minutos posteriores al choque), los barcos de socorro no habían llegado. Tampoco había pesqueros ni ningún otro barco que pudiera ayudarnos», declaró el capitán con la cabeza gacha y cubierta con una capucha, según imágenes de la televisión.
«Las corrientes eran fuertes y el agua estaba muy fría en esa zona», añadió. «Pensé que los pasajeros serían arrastrados y tendrían dificultades si la evacuación se hacía en desorden, sin chalecos salvavidas».
«Y lo mismo hubiera sido con chalecos», añadió.
«Después de hoy, todo habrá terminado»
No se encontraron supervivientes después de la mañana del miércoles. Los 174 supervivientes fueron rescatados rápidamente después del naufragio, en el mar o cuando saltaban del transbordador que se hundía.
Este barco transportaba a 476 personas, incluyendo a 352 estudiantes del liceo Danwon de Ansan, una localidad al sur de Seúl, en viaje escolar. El subdirector del establecimiento, que había sobrevivido a la catástrofe, fue encontrado ahorcado el viernes, en lo que parecía un suicidio.
«Sobrevivir es demasiado difícil… Yo asumo toda la responsabilidad», dice una carta que fue hallada en su billetera, según los medios de comunicación locales.
Cientos de familiares de los pasajeros, en su mayor parte padres de los estudiantes destrozados por la angustia y el dolor, pasaron otra noche en el gimnasio de Jindo.
La ira aumentó en las últimas 48 horas. Los padres acusan a las autoridades y a los servicios de socorro de incompetencia e indiferencia.
«Ya no nos queda mucho tiempo. Muchos piensan que es el último día posible para encontrar pasajeros vivos», declaró Nam Sung-Won, cuyo sobrino de 17 años se encontraba a bordo. «Después de hoy, todo habrá terminado», agregó.
Por ahora se ignora la causa del accidente. Las informaciones del ministerio de la Marina indican que el transbordador giró bruscamente antes de enviar una señal pidiendo socorro. El choque podría haber desequilibrado la carga –150 automóviles– e inclinado la embarcación.
AFP