México, Colombia, su Aracataca natal… El destino final de las cenizas de Gabriel García Márquez no está decidido todavía aunque todos los lugares importantes en la vida del escritor sueñan con conservar al menos parte de sus restos.
«Es una decisión estrictamente de la familia, tremendamente privada e íntima y nosotros como gobierno no nos vamos a pronunciar hasta que la familia no tome una decisión oficial y todavía no lo ha hecho», dijo el sábado a The Associated Press el embajador colombiano en la capital mexicana, José Gabriel Ortiz.
El diplomático aclaró que la decisión de que se repartan entre México y Colombia sus restos no es un hecho sino «el deseo de todo el pueblo colombiano, empezando por el presidente Juan Manuel Santos».
«Todos queremos que parte reposen allí porque Gabo escribió una parte muy importante de su obra en México, pero nunca dejó de ser colombiano y es una de nuestras grandes glorias, pero la familia tomará la decisión que les convenga, quieran y sientan».
Santos confirmó el sábado vía Twitter su participación en el homenaje que se prepara en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, catedral de la cultura del país.
«El lunes viajaremos a México para asistir al homenaje a Gabo, el colombiano más grande de todos», escribió.
Pero sobre el acto todavía hay pocos datos. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), organizador del evento, todavía no ha dado detalles sobre la ceremonia, solo ha dicho que «el público podrá celebrar su legado» pero, según el embajador «será muy protocolaria» y durará en torno a dos o tres horas.
«El presidente de Conaculta Rafael de Tovar y de Teresa y yo recibiremos las cenizas de parte de la familia a las cuatro de la tarde y ahí haremos la primera guardia, luego estás se irán rotando, según el protocolo mexicano, para que finalmente los dos últimos sean los dos presidentes que sobre las seis de la tarde ofrecerán un breve discurso», señaló Ortiz.
García Márquez murió el Jueves Santo, en su casa de Ciudad de México, el país que le acogió hace décadas y donde escribió su obra culmen, «Cien años de Soledad».
Por esa casa colonial en una tranquila barriada de la capital mexicana han pasado amigos y familiares pero el duelo se ha llevado en la más estricta intimidad y solo el sábado Conalculta informó en un escueto comunicado de que sus restos ya habían sido incinerados.
«Quieren estar tranquilos y que se les respete porque siempre han sido una gente muy discreta, de muy bajo perfil y una familia tremendamente unida», añadió el embajador Ortiz que estuvo visitándoles el viernes.
«A Mercedes la encontré muy bien, muy tranquila, obviamente acongojada por el golpe, asimilando la pena pero con mucha entereza y mucho valor».
Agregó que junto a la esposa del escritor solo están los hijos y las nietas aunque diversos amigos han llegado a darles el pésame y adelantó que algunos de los hermanos de Gabo viajarán en las próximas horas a México para estar presentes en el homenaje del lunes.
Ese mismo día, desde primera hora de mañana, la embajada de Colombia en México abrirá un libro de condolencias para todo aquel que quiera dejar un último mensaje ese genio de las letras que hace décadas se lamentaba de lo injusta que era la muerte, pero no por miedo, sino por la resignación de no poder contar esa experiencia «la más importante y dramática de todas».