*** A esa calle la quieren callar a juro. Alcaldes del PSUV niegan permisos para manifestar. Militares inventan “zonas de seguridad” para cercenar la protesta. El gobierno despliega miles de GN y PNB que no se habían visto actuar contra la inseguridad que diezma ciudades y pueblos
Chávez dilapidó millones de dólares en propaganda. No hay firma de auditoría capaz de calcular la fortuna desparramada en Venezuela para hacer creer que vivimos en una sociedad justa, con calidad de vida, sin diferencias sociales ni pobres y en la que los asuntos públicos están a cargo de santos, de gentes de pureza celestial, dignos de veneración.
Por catorce años Chávez encadenó casi a diario televisoras y radios para manipular a sus seguidores, a los esperanzados en un cambio positivo, a los necesitados del auxilio del Estado. Despotricó del pasado. Falsificó la historia. Puso de rodillas a letrados menores para que escribieran el guión del más repugnante culto a la personalidad que por estas tierras se haya visto.
Como no bastaba con programas dominicales de varias horas llamados “Aló Presidente”, les dio por minicadenas de 10 a 15 minutos diarios todas las noches en televisoras y emisoras radiales. Con dineros públicos editan periódicos que circulan con el remoquete de “gratuitos”, como si los reales lo pusiesen los dirigentes chavistas de sus bolsillos. Estaciones de radio privadas han sido inundadas por propaganda gobiernera a toda hora.
Cuadernos escolares llevan el rostro de Chávez, igualmente ambulancias, latas de leche, envoltorios de medicinas. Todo hay que agradecerlo a Chávez. Alcaldes y gobernadores no se quedan atrás y promueven sus caras y nombres en cualquier parada de autobús o señalizaciones en las calles.
Cerraron canales de televisión y radios que no entraban por el aro. Cercaron económicamente a periódicos que al final quebraron. A diarios de raigambre popular y de mayor envergadura empresarial les imposibilitan adquirir dólares para comprar papel. A otros los han comprado, de contado, como quien pide una empanada en la esquina.
Quien no piense como ellos no puede trabajar en organismos públicos. Tampoco contratar con el gobierno. Quien no se sume al coro de aduladores no tiene derecho a becas estudiantiles ni a un rosario de “ayudas sociales” que se han inventado para los incondicionales.
Contra ese aparataje de coerción que pretende someter la voluntad de los venezolanos, el pueblo ha denunciado la pérdida de sus libertades, la destrucción del aparato productivo, el desempleo, el desabastecimiento, el alto costo de la vida, apagones de todos los días en cualquier pueblo del país, la corruptela generalizada, ataques a la propiedad, la delincuencia desbordada que asesina a más de 25 mil personas cada año.
Veremos si pueden
El espacio de la protesta es la calle. ¿Dónde más podía ser? A nadie atienden en las oficinas públicas. Las radios no se atreven a tener noticiarios de denuncia. Las televisoras ya no debaten asuntos políticos ni tienen programas de opinión. La Asamblea Nacional ha sido prácticamente clausurada y acallada la voz de la disidencia. No quedaba sino la calle.
Y a esa calle la quieren callar a juro. Alcaldes del PSUV niegan permisos para manifestar. Militares inventan “zonas de seguridad” para cercenar la protesta. El gobierno despliega miles de GN y PNB que no se habían visto actuar contra la inseguridad que diezma ciudades y pueblos. Salen de sus madrigueras bandas terroristas que operan en connivencia con cuerpos oficiales. Bañan el país de bombas lacrimógenas.
Como nada de eso detiene a un pueblo indignado con los atropellos del desgobierno, ahora el Tribunal Supremo de Justicia acaba con el derecho a protestar. ¿O es que ustedes creen que alguno de ellos dará permiso para quejarse? El silencio y el lavado de cerebro lo quieren lograr a juro. Veremos si pueden.
La dictadura
de los sieteLa Sala Constitucional está por encima de la Asamblea Nacional. No importa la ley que decrete la representación del pueblo, son esos siete magistrados quienes dicen que es constitucional y que no. Esa encumbrada Sala está por encima del Presidente de Venezuela. Son ellos quienes le dicen que va y que no. Olvídense de la autonomía municipal. A cualquiera de las 355 cámaras municipales le echan para atrás una Ordenanza. Las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia ni abran la boca porque también les enmiendan la plana. La concentración de poderes que hasta hace un año estaba en el cerrado puño de Chávez como que cambió de manos.
El mensaje está claro
No han abierto la boca para anunciar a cuántos años fue sentenciado el asesino de Bassil Da Costa. Si el sospechoso fuese un opositor ya habrían guindado de cada poste fotos con la leyenda “se busca”. Posiblemente el homicida de Geraldine Moreno, ese monstruo que le disparó un perdigonazo en la cara, ya se encuentre en el exterior, en el mismo exilio dorado donde está el criminal que dio una obscena declaración informando que mató a la reportera Adriana Urquiola. Estamos a la espera de saber el nombre de quien violó con un fusil a Juan Carrasco o que enjuicien a la malandra de la GN que golpeaba con su casco a Marvinia Jiménez. Ni una condena a esos crímenes, en cambio Maduro condecora a policías que “contuvieron” protestasRetrechería institucional
Tres días después que los dirigentes estudiantiles informaran que intensificarían sus reclamos porque ninguno de sus planteamientos ha sido atendido y un día después de dado a conocer el Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el que Venezuela aparece como país negado a levantar obstáculos que impiden la protección efectiva de sus ciudadanos, la Sala Constitucional se luce proscribiendo las manifestaciones públicas y sentando las bases para una abierta persecución judicial contra quienes osen protestar sin la autorización de los acusados.
La voz de Claudio
Claudio Fermín
Twitter: @claudioefermin