*** Los dos, por ahora, sólo buscan un momento que los aleje de esa soledad que se ha apoderado de sus vidas… ¿y después? ¡quién sabe!
Aunque, por lo general, las mujeres deseamos tener una relación duradera, libre de la sombra de una separación, una vez que termine consolidada en una bonita familia bien constituida; en algunas ocasiones, la realidad es muy distinta a los anhelos, los cuales, a veces, para realizarlos, hace falta más que buena disposición, pues la persona destinada, o mejor, dispuesta a asumir un compromiso que satisfaga nuestras expectativas, tarda en aparecer porque, entre otras cosas, la buscamos en sitios equivocados.
Luego una vez que aparece esa anhelada pareja, hay que considerar algunos aspectos para saber si esa relación va a ser duradera como, por ejemplo, gustos en común o afinidades compartidas; la manera cómo se comunican, en concreto, lo amable o sutil que puedan ser cuando deban decir lo que no les gusta del otro; si son detallistas o no; y la capacidad de ver en la otra persona lo bueno en vez de lo malo.
1. Dejando
hablar al instinto
Rebeca –soltera, con veintinueve años, de cabello castaño claro y profesional, con dos especializaciones- conoce a Wilmer, de treinta y cuatro años, con tan solo bachillerato aprobado, que no es aficionado al arte ni tampoco a la literatura como ella, únicamente al béisbol y a las películas viejas. Como los dos son bien distintos, sólo la atracción y la química los une, por lo menos en un primer momento, quién sabe sí después.
Rebeca se ha dedicado de lleno a los estudios, a prepararse hasta sentirse segura, y así poder ocupar el cargo que siempre ha anhelado, dirigir una empresa de asesoría de asuntos legales. En cambio, él ha preferido vivir el momento y disfrutar cada instante que la vida le presenta sin importarle mucho qué pasará mañana o simplemente un rato después.
Un sábado en la tarde, Rebeca programa una salida con sus amigas. Las chicas se citan a las 8:00 pm. Ella llega puntualmente al sitio previsto. La puntualidad la tiene por costumbre está dama que invierte favorablemente cada minuto de su tiempo.
Pide una copa de vino blanco, que se la lleva Wilmer, alto, moreno y apuesto, capitán de los mesoneros. Igualmente, ella es atractiva, simpática, de buena figura, la cual –a pesar de lo estresante de su trabajo- cuida con esmero.
En una primera mirada –si se quiere-, Wilmer pasa desapercibido ante los ojos de Rebeca, pero cuando llega Susana, su amiga del alma, y pide lo mismo que ella se percata de la presencia de él que sale corriendo a atenderla. Ahí, Susana lo detalla y le parece muy apuesto. Eso se lo comenta a Rebeca.
2. Un gesto imprudente
Aunque le da un codazo a Susana en señal de que disimule su interés hacia Wilmer, Rebeca aprovecha, le lanza un vistazo y lo detalla mientras recuerda su soltería. Entonces, ella aprueba el inoportuno, pero acertado comentario de su compañera, de carácter extrovertido. Él se da cuenta de lo que estas dos damas conversan. Y como se siente atraído por Rebeca, ya que le llama la atención aquella mujer que luce tan dueña de sí misma, además de considerarla bellísima e interesante, decide actuar con rapidez y conquistarla.
En unas de ésas que en que el apuesto caballero le está sirviendo otra copa a Rebeca, sin proponérselo ninguno de los dos, se rozan los brazos. Él aprovecha la oportunidad y en un gesto imprudente pero bien recibido le toma con delicadeza la mano. Pasan un tiempo mirándose con sumo interés. Se sonríen. Ella se sonroja.
Es innegable que ese hombre es muy atractivo, piensa Rebeca poniendo en evidencia ese pensamiento cuando ligeramente se sonroja. Luego, se muestra aturdida por la presencia de él que tanto la intimida hasta darse cuenta de que ha pasado mucho tiempo dedicada al trabajo sin tomarse un instante para amar o en espera de ese compañero ideal que tarda demasiado en aparecer.
3. Una salida
para saber del otro
Después de pasar un rato agradable, Rebeca por jugar, y con el efecto de tres copas en la cabeza, fantasea con una relación sentimental con Wilmer. Él se acerca y en una servilleta le anota su número telefónico. Ella con timidez le da el suyo, y quizá mañana se arrepienta de ello, una vez que concluya que no tiene nada en común con él o que este caballero no llena sus expectativas.
A los días, el sábado, para ser exacta, Wilmer la llama. El celular de Rebeca suena advirtiendo la llegada de un mensaje de voz. Es él pidiéndole que esté atenta a su próximo contacto. Así lo hace ella. Después de un saludo cariñoso, quedan en encontrarse en la entrada de un conocido centro comercial a las 7:00 de la noche, para tener una salida en que se proponen simplemente compartir lo que puedan tener afín aunque no esté a simple vista.
Los dos, por ahora, sólo buscan un momento que los aleje de esa soledad que se ha apoderado de sus vidas y después quién sabe, aunque son tan distintos que esa relación puede no progresar por aquello de las diferencias que pesan, como el que uno sea más culto que el otro, lo cual se compensa con lo amable o tolerante que puedan ser a la hora de decirse lo que a uno le desagrada del otro.
Asimismo, los caminos que conducen al verdadero amor están llenos de sorpresas, siempre son desconocidos y tienen extraños atajos que pueden llevar a la añorada felicidad, por lo que estas almas en apariencia diferentes pueden hallar muchas coincidencias que los unan por un buen tiempo y los haga comprometerse con un futuro compartido, lo cual definitivamente se traduce en una relación duradera.
¿Cómo sabes
a dónde va
ese noviazgo?
*** Aunque la química es una energía que actúa irracionalmente haciéndonos juguete de su extraño poder, no es siempre acertado libremente dejarla fluir para sumergirse en una relación que no dé señales de un futuro compartido.
*** A menos que aparte de la atracción se descubran afinidades que ayuden a que ese romance se convierta en una relación sólida que brinde muchas satisfacciones. Los gustos afines o metas en común compensan esas diferencias que, a simple vista, resultan intolerables
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas