Lo que se evidenció el Primero de Mayo, con la unión de trabajadores y estudiantes, es que está emergiendo lo que puede ser la cuota inicial del gran movimiento social que puede no sólo enfrente al Paquetazo Madurista, sino también hacer la presión de calle necesaria hasta lograr concretar (en el “diálogo”, ¿dónde más si no?) las condiciones indispensables que permitan la transición democrática en nuestro país.
Hace exactamente dos años y seis meses el Radar de los Barrios realizó la primera denuncia pública contra la manipulación politiquera en los libros de la Colección Bicentenario del Ministerio de Educación. Una combativa madre, Orelys Gonzalez, habitante del Barrio Campo Elías en la parroquia La Pastora, mostró en cámara contenidos de propaganda política inaceptables en un libro de ¡Matemática de 5to grado! Eso salió al aire el 9 de noviembre de 2011, en la pantalla de aquella Globovisión que aun permitía el ejercicio democrático de la denuncia. Once meses después, el 16 de octubre de 2012, el Ministerio de Educación emitió la Resolución 058 que establece la sustitución de las comunidades educativas por “Consejos Educativos”. Tales hechos apenas alteraron el sueño profundo de muchos que hoy están “descubriendo” estas y otras barbaridades que el proyecto autoritario perpetra contra la educación de nuestros hijos.
Este es sólo un ejemplo de como la tóxica mezcla de violencia gubernamental e indiferencia ciudadana conspira contra el ideal establecido en la Constitución, de tener un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, caracterizado no por el “socialismo” sino por el pluralismo.
Diálogo y calle, victoria en Naiguatá…
Porque hay que decirlo con claridad: La perversión autoritaria sólo puede imponerse cuando la indiferencia ciudadana se hace cómplice de ella. Y al revés: Cuando la participación, la solidaridad y la unidad del pueblo se hacen presentes, ni la violencia ni el dinero de la burocracia gobiernera pueden torcer la voluntad de la gente. Así se demostró hace cuatro días en Vargas, cuando un tribunal tuvo que dejar en libertad plena a Zulay Molina. Zulay es una dirigente chavista de base, fundadora del PSUV en el pueblo de Naiguatá, vocera del Consejo Comunal y representante del gobierno parroquial ante el Consejo Federal del Gobierno. Ante una denuncia hecha por vecinos opositores en El Radar de los Barrios sobre el presunto ecocidio que lleva adelante una compañía privada en alianza con el gobierno regional en la desembocadura del Rio Naiguatá, Zulay se puso al frente de esa lucha que unió a vecinos chavistas, opositores e independientes.
Por supuesto, el Gobierno la hostigó, intentó amedrentarla y finalmente la llevó a juicio. Zulay se mantuvo firme, como firme se mantuvo el apoyo del pueblo unido. Un militar activo fungió como demandante, apoyado por tres abogados. Eran los pobres unidos contra todo el peso del Gobierno, ante una administración de justicia conocida por su actitud de “colaboración” ante el poder. Pero la ciudadanía ganó esta pelea porque no hubo indiferencia, porque afuera del tribunal había un pueblo unido y dispuesto a “pintarle un ave” inmensa a la sentencia del TSJ que limita y condiciona el derecho constitucional a la protesta pacífica. Así ocurrió en Vargas: “Diálogo” en el Tribunal y “calle” con pueblo unido. El resultado: Victoria de la gente, derrota del gobierno.
Obreros y estudiantes, unidos y adelante
Ese precisamente es el camino que está tomando la protesta, el de la unión de pueblo, con pueblo: Mientras la burocracia gobiernera quedaba exhausta el pasado jueves Primero de Mayo por el esfuerzo logístico que significó carretear a buena parte de la nómina pública desde todos los rincones del país hacia la melancólica reunión de la Plaza Oleary, marchas opositoras (unas más masivas que otras, ciertamente) recorrieron las más importantes ciudades de Venezuela. En estas movilizaciones marcharon hombro a hombro sindicatos (sindicatos de verdad, de base, junto a movimientos clasistas como FADESS, MOBASE, CCURA, entre otros) con dirigentes estudiantiles (líderes también de verdad, electos por sus comunidades, no “designados” por rectores oficialistas o convertidos en “dirigentes” por designios partidistas o mediáticos).
Esta unión de obreros y estudiantes puesta de manifiesto el Primero de Mayo tenía que preocupar al Gobierno, pues no se trata ya de unos escombros trancando una calle y unos cuantos centenares de activistas desafiando con heroismo la violencia oficial. No. Lo que se evidenció el Primero de Mayo es que está emergiendo lo que puede ser la cuota inicial del gran movimiento social que puede no sólo enfrente al Paquetazo Madurista, sino también hacer la presión de calle necesaria hasta lograr concretar (en el “diálogo”, ¿Dónde más si no?) las condiciones indispensables que permitan la transición democrática en nuestro país.
“Teoría de la conspiración” busca la desmovilización
En efecto, el Gobierno tenía que responder, y respondió: Al día siguiente de estas movilizaciones, el mismo viernes 2 de mayo, el militar activo que ocupa la cartera del Ministerio de Policía dio una rueda de prensa “develando” un supuesto “plan nacional insurreccional”, implicando a un listado enorme de personas, conectando hechos recientes (la muerte de Eliecer Otayza) con viejas versiones jamás sustentadas (la famosa “fiesta mexicana”), señalando a diestra y siniestra nombres de dirigentes políticos, estudiantiles, gremiales y de defensores de Derechos Humanos, sin presentar una sola prueba.
Resulta evidente que con el espantajo de la “conspiración” el Gobierno busca reposicionar la agenda de la violencia política, tras la oleada de malestar económico y social generada por la insólita decisión de aumentar el salario mínimo apenas un 30% después de haber devaluado la moneda un 60% y tras haber promovido que la inflación general esté por encima del 51% (la más alta del mundo) y la inflación en alimentos llegue a casi el 80%; espantado por la posibilidad de que la protesta pacífica masiva tome las calles, el intento oficial de reposicionar la “teoría de la conspiración” busca reforzar el protagonismo de los extremos.
El Gobierno promueve el tablero de la violencia, que es el único donde tiene ventaja, e intenta dar una patada al escenario del diálogo, que es el único (cuando se produce en presencia de las cámaras de TV) donde quedan en evidencia sus fallas y truculencias.
Ambos juegos están claros, y tenemos viento a favor…
El juego de la federación de grupos que hoy constituyen el exchavismo está claro: Para atornillarse en el poder, vienen con más violencia. El mismo Gobierno que acabó con la agricultura venezolana ahora se muestra experto en “sembrar” evidencias fraudulentas a detenidos y allanados. También es clara la línea de conducta de quienes queremos restituir la plena vigencia de la democracia y la Constitución: Unidad; protesta masiva, pacífica y contundente; identificación con las razones económicas y sociales del malestar de las empobrecidas mayorías nacionales; solidaridad con las descontentas bases populares del oficialismo, agredidas ya no sólo por la política económica del gobierno, sino también por su represión física, policial y judicial.
Los venezolanos derrotaremos la verdadera conspiración, la de los corruptos e ineficientes que quieren perpetuarse en el poder traficando con la violencia. Y para ello debemos desterrar la indiferencia. ¡Palante es pa’allá!
Radar de los BarriosJesús Chuo Torrealba / @chuotorrealba