El presidente electo de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, asume el poder este jueves cargado de desafíos, como un abultado déficit fiscal y graves deficiencias de infraestructura, en un día que marca el fin de la histórica hegemonía bipartidista en el país.
Solís, un historiador y politólogo de 56 años, recibirá el mando en reemplazo de Laura Chinchilla en una ceremonia en el Estadio Nacional, que ha sido anunciada como «corta y solemne», en presencia de dignatarios como el presidente boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa y el príncipe Felipe de España.
Pero más allá del carácter histórico de su gobierno, el primero del hasta ahora opositor Partido Acción Ciudadana (PAC, centro), el futuro presidente hereda enormes retos que van desde un déficit fiscal de 6% del PIB, hasta graves carencias de infraestructura y una tensa relación con el vecino Nicaragua por diferendos limítrofes.
Para enfrentar estos desafíos, llega acompañado de un equipo de gobierno que ha sido reconocido por su capacidad, pero que carece de experiencia política.
AFP