No sólo se trata de cepillarse los dientes tres veces al día -o después de cada comida- para tener una buena higiene bucal. El instrumento para limpiar la boca y los hábitos en el baño también juega un papel muy importante a la hora de mantener una boca sana.
El cepillo de dientes hay que tratarlo con mucho respeto, pues puede ser un foco de gérmenes, incluyendo bacterias intestinales y gérmenes fecales.
Del mismo modo, del lugar en que se guarda y cómo se guarda depende que haya más o menos microorganismos en las cerdas que después entrarán a la boca y pasarán por los dientes, encías y lengua.
La doctora Maria Geisinger, profesora de periodoncia de la Escuela de Odontología de la Universidad de Alabama ofrece cinco cosas que quizás le sorprendan de su cepillo de dientes.
1. Hogar de microorganismos
En una entrevista publicada en la revista de la Universidad, Geisinger explica que en la cavidad oral albergan cientos de distintos microorganismos que se pueden transferir al cepillo de dientes durante el uso.
Algunos de ellos serían estafilococos, bacterias coliformes, pseudomonas, levadura, bacteria intestina y gérmenes fecales.
«La mayoría de los cepillos se guardan en los baños, que hace que estén expuestos a microrganismos intestinales», señala.
Estos organismos -según la experta- se pueden transferir por una ruta oral.
«Y el número de microorganismos puede variar mucho de indetectable a una colonia de un millón de unidades formadoras de colonia».
2. Del inodoro al cepillo
¿Puede la bacteria del inodoro saltar al cepillo? Geisinger dice que la respuesta corta es «sí».
«Las bacterias entéricas, que en su mayoría ocurren en los intestinos, pueden pasar a los cepillos y terminar en la boca».
Esto sucede cuando la persona, después de ir al baño no se lava las manos antes de manipular el cepillo. Incluso, puede ocurrir si no se limpia bien las manos.
Aunque la responsabilidad de tener unas cerdas libres de bacteria no reside sólo en el usuario. Puede haber estos microorganismos antes de comprarlos o de retirar el cepillo del empaque.
«No es un requerimiento que sea empaquetado de una forma estéril», agrega.
3. Lugar de descanso
La Asociación Estadounidense Dental recomienda que el cepillo no se guarde en un contenedor cerrado o que se cubra.
«Esto se debe a que un ambiente húmedo es más propenso para el crecimiento de microorganismos», explica la experta.
Los especialistas sugieren guardar los cepillos en forma vertical y -de ser posible- dejarlos secar hasta el siguiente uso.
«Si se almacena en el lugar más de un cepillo, mantenerlos separados puede ayudar a prevenir la contaminación cruzada», aconseja Geisinger.
4. Limpiar al que limpia
A fin de asegurar una buena limpieza bucal -y evitar que a la boca salten microorganismos de otras partes- la profesora Geisinger recomienda enjuagar a fondo los cepillos con agua potable después del cepillado.
Esto permitirá retirar todos los restos de pasta de dientes y de comida que queden atrapado entre las cerdas.
La experta también aconseja empapar los cepillos en un enjuague bucal antibacterial. «Se ha demostrado que disminuye el nivel de bacteria que crece en los cepillos».
No obstante, los cepillos, por muy bien cuidados que estén, tienen un período de vida útil, que puede variar entre los tres y cuatro meses o cuando las cerdas se deshilachan, «lo que ocurra primero».
Aunque si la persona ha estado enferma, la especialista aconseja cambiar de cepillo una vez recuperado.
5. Cuatro pasos
Maria Geisinger ofrece en la entrevista cuatro consejos que se pueden seguir para ayudar a conseguir una mejor higiene bucal y evitar -o al menos limitar- algunas de las causas de acumulación de bacteria en el cepillo.
La primera sería utilizar enjuague bucal antibacterial antes del cepillado. «Esto puede disminuir considerablemente la carga de bacteria en la boca y por consiguiente reducir los microorganismos que terminan en las cerdas tras el cepillado».
Le sigue limpiarse la boca con regularidad. «Es especialmente importante para aquellos con enfermedades periodontales, pues la bacteria oral presente en sus bocas pueden entrar en el flujo sanguíneo durante las actividades diarias, como comer, masticar chicle o cepillarse los dientes».
La experta reitera la importancia de lavarse las manos «después de utilizar el inodoro y antes de agarrar el cepillo. «Esto reduce las probabilidades de una contaminación fecal oral».
Y por último, no hay que compartir el cepillo de dientes. «Esto parece una obviedad, pero una buena cantidad de parejas admiten que comparten el cepillo».
Esto significa que se comparten las bacterias en los cepillos. «Incluyendo aquellas que causan caries y enfermedades periodontales».
BBC Mundo