Los conductores reivindican un aumento salarial del 40 % y han rechazado un acuerdo alcanzado por el sindicato que los representa
Miles de personas se encontraron este jueves en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil, sin autobuses para desplazarse a sus puestos de trabajo, debido a una huelga de 24 horas de los conductores en demanda de mayores salarios.
Algunos conductores no se plegaron a la huelga y los huelguistas atacaron a pedradas y rompieron las ventanas de por lo menos 50 autobuses que circulaban por las calles en la zona oeste de la ciudad, según informó la policía.
Los pocos autobuses en servicio fueron disputados por cientos de pasajeros y el metro y los trenes municipales tuvieron que adoptar medidas extraordinarias para cubrir el aumento de la demanda.
La situación, aunque sin la misma gravedad, se repitió en algunos municipios de la región metropolitana de Sao Paulo, la mayor ciudad del país, donde los conductores de tres grandes empresas también decidieron cruzarse de brazos.
Al menos 90 autobuses permanecieron en los garajes en Sao Bernardo do Campo, una de las principales ciudades del cinturón industrial del Sao Paulo.
La huelga en Río de Janeiro fue aprobada de forma inesperada en una asamblea el miércoles por la noche por un grupo de disidentes del Sindicato de los Conductores y ganó una rápida adhesión.
Los conductores reivindican un aumento salarial del 40 % y han rechazado un acuerdo alcanzado por el sindicato que los representa, por el que los propietarios de las empresas de autobuses concedieron un incremento del 10 %, por encima de la inflación del último año (6,5 %).
Los brasileños elegirán el 5 de octubre al presidente, los miembros del Congreso, los gobernadores de los 27 estados del país y los miembros de las asambleas legislativas regionales.
Agencias