Toby Valderrama y Antonio Aponte
En esta guerra inteligente, exquisita, que el imperio sostiene contra la posibilidad socialista en nuestro país, todos los movimientos, los de adentro y los de afuera, deben estudiarse con detenimiento, con rigor. En esta guerra, ningún paso se da a la buena de Dios, todo tiene su cálculo.
La última movida gringa, en este complejo tablero de ajedrez, fue negarle la visa a Diosdado. Horas antes, el gobierno venezolano había hecho petitorio para la aceptación de un embajador en Washington, pedido que estuvo precedido por muchos llamados a normalizar las relaciones, todos respondidos con desplantes. La negación de la visa es oportunidad para analizar las relaciones con los gringos.
Diosdado no es un ciudadano común, se trata del Vicepresidente del Partido de gobierno y Presidente del Poder Legislativo. Entonces, estamos ante una clara ofensa a la alta esfera del gobierno, una señal de desaprobación definitiva. Si a esto sumamos el motivo de la negación de la visa -se alega un disparate que une a Diosdado con el fantasma Bin Laden-, debemos concluir que es también preparación de la opinión pública estadounidense para justificar un movimiento más cruento.
En estas circunstancias, es necesario reconsiderar con seriedad la relación con los gringos. No podemos quedarnos en las palabras, en amenazar con cerrar los consulados que la nación tiene allá. La respuesta, la única manera de disuadir a los imperialistas, es movilizar al pueblo: que los yanquis de allá y sus agentes de aquí sientan la fuerza de la masa antiimperialista, volvamos a la avenida Bolívar, que sientan la voluntad del pueblo desposeído y del gobierno de responder a la agresión con profundización del Socialismo.
Convoquemos urgente a los movimientos sociales del continente a una reunión antiimperialista en Caracas, lancemos al mundo en ese congreso continental una declaración antiimperialista de los pueblos. Que el imperio sepa que lo que es contra Diosdado, contra el Presidente Maduro, es contra todos; y que lo que es contra Venezuela, es contra el Continente. En este campo no hay divergencias.
Aprovéchese la agresión para profundizar el Socialismo, para desechar las ilusiones, para construir un gran frente nacional antiimperialista, probemos a la burguesía nacional, veamos qué tanto de nacional tiene. Exijamos a la mesa de diálogo una declaración de repudio a la agresión contra el Presidente de la Asamblea.
Convóquese al mercosur, unasur, a la celac, a una reunión de cancilleres para exponer la agresión de los Estados Unidos. Probemos para qué sirven esas instancias internacionales: si van a actuar como un bloque alterno, o seguirá el Continente postrado frente a los gringos y no pasarán de ser de buenas intenciones que se esfuman frente a los intereses de los mercados imperiales.
Es urgente desechar las fantasías: con los gringos no hay convivencia posible, sólo aceptan rendición incondicional. Y aún así, piden la cabeza de los líderes del Chavismo. Necesitan borrar hasta el último recuerdo del Socialismo, que después de Chávez nadie se atreva a intentar rebelión.
Así como se ataca la guerra económica, con organismos especiales, es urgente reunir un grupo, una especie de Estado Mayor de la contingencia internacional, que analice la agresión, que proponga respuestas, que sea auxiliar del Presidente en estas circunstancias.